Al sur de Granada

Con este título seguro que tanto los lectores de novelas, como los más cinéfilos, reconocen que estamos hablando de la localidad granadina de Yegen. En plena Alpujarra de la Sierra. Aunque por su situación, casi es azar que no pertenezca a la provincia de Almería.

Este increíble pueblo típico, salto a nivel mundial tras la novela de Gerald Brenan, bajo el título “Al sur de Granada”, en la cual el escritor inglés hablaba de sus vivencias en esta localidad en los años 20.

Proyecto que empezó para seguir la ruta de los bandoleros hasta que llego a Yegen. Un lugar que le cautivo de tal forma que fijo durante años allí su residencia, algo que le sirvió para borrar los horrores de la Primera Guerra Mundial y, de esta forma, inmortalizar este entorno rural de tradición y costumbres en plena 2º República Española.

Su historia

Como la mayoría de los pueblos de Andalucía, sobre todo de Granada, tras la expulsión morisca, en el siglo XVI. Yegen es un pueblo de descendientes en su mayoría repoblados del norte de España. Concretamente Galicia.

Un ir y venir de gente que de igual forma vio mellada su población sobre todo en pleno siglo XIX y XX debido a lo que se llamó “hacer las Américas”. Un fenómeno que al igual que en otros pueblos de España, Yegen también sufrió hasta bien entrados los 80, aunque con destinos más diferentes, como Alemania o Suiza.

Por suerte, gracias al libro del escritor inglés, son muchos los turistas británicos, holandeses y alemanes que no solo quisieron conocer aquella tierra que liberaba de los horrores de la guerra, sino que quisieron también ser parte de ella. Comprando propiedades, reformando y rehabilitando el pueblo.

En la actualidad, el pueblo de Yegen se ha fusionado con los de Mecina de Bombarón, El Golco y la cortinaja de Montenegro, formando el municipio de Alpujarra de la Sierra. Lo que hace que tengan más garantías y más oportunidades.

Algo que no puedes dejar de ver

Aparte de la belleza de su entorno característico rural, el cual aún se mantiene. Es importante ver la Iglesia del Dulce Nombre de Jesús, que se cree que anda entre el paso de los siglos XVI y XVII, y que pertenece al estilo mudéjar. Al cual le falta su torre, destruida en la Guerra Civil.

En cuanto al entorno natural, encontramos el Peñón del Fuerte. Una grandiosa formación rocosa que tapa la entrada de una cueva. La cual dice la leyenda que mandaron tapar, ya que esta contiene el tesoro escondido del rey moro.

Si estás pensando ya en visitar esta tierra, te aconsejamos que lo hagas los días 2 y 3 de Enero, ya que encontraras las fiestas del Niño Bendito, patrón de la localidad. Una oportunidad única para ponerte las botas con su “Pucherico” y su “rosetas”, mientras bebes y bailas durante todo el día.

El Tren de la Fresa a Aranjuez

El trayecto Madrid-Aranjuez fue inaugurado por la reina Isabel II el 8 de febrero de 1851. Esta segunda línea de toda la Península fue proyectada por el Marqués de Salamanca y serviría para conectar el lugar de recreo de los reyes con la capital.

Su principal función sería llevar los reputados productos de la huerta de Aranjuez hasta los mercados de la capital más cómodamente que por las carreteras, pero también el transporte de viajeros.

Mucho han cambiado las cosas de aquella primera línea que conectaba Madrid con otra ciudad y el transporte de viajeros se realiza por la moderna red de Cercanías.

Sin embargo, todavía se puede rememorar esos primeros viajes a través de la réplica que circula desde el Museo del Ferrocarril hasta Aranjuez.

Un viaje inolvidable al pasado

El denominado Tren de la Fresa aúna la recreación del ambiente de la época con su máquina de carbón y sus azafatas ataviadas con trajes de época con una degustación de los conocidos fresones de Aranjuez.

Durante el viaje las azafatas pasarán a ofrecer este rico manjar a los afortunados viajeros de este histórico tren.

Junto con la entrada se pueden adquirir descuentos y visitas guiadas a algunos de los monumentos del Real Sitio, o programar una visita por nuestra cuenta.

Palacios, jardines y fuentes maravillosos

Algunas de las maravillas que no nos deberíamos perder son el conjunto del Palacio Real y la Casita del Príncipe. Por sus salas nos perderemos en colecciones de relojes, frisos impresionantes, la alucinante Sala de los Espejos o la de las Porcelanas.

También podremos visitar el museo de falúas y carruajes reales, descubriendo las embarcaciones y carrozas que han usado nuestros reyes a través de los tiempos.

Otro de los grandes imprescindibles para visitar son los jardines y el palacete que hay en ellos. Tanto el Jardín del Rey como el Jardín de la Isla son una bella fusión de los diseños italianos, musulmanes y flamencos, mientras el Jardín del Parterre es posterior y de estilo francés.

En el impresionante Jardín del Príncipe disfrutaremos de sus fuentes de piedra y mármol con preciosas estatuas mitológicas. Además, podremos visitar la Casita del Labrador, un palacete neoclásico de los más importantes de Europa.

Entre visita y visita deberemos reponer fuerzas… y no hay nada mejor que comer en alguno de los estupendos restaurantes del centro, donde descubriremos los platos más típicos de la zona con productos frescos de la tierra.