Las desventuras de un dominguero (X). La acampada: noche uno

Yo no quería. De verdad que no. Pero, claro, cuando la familia se empeña, se empeña y el fin de semana pasado tuve que elegir entre irme de acampada o someterme al frío desprecio de mi mujer y mis hijos durante varias semanas. Y, claro, para variar, elegí la opción equivocada: me fui con ellos.

Iba a ser un fin de semana de fogata y tienda de campaña, de caminatas al aire libre, tomando el fresco, el sol y el aire sin de contaminación. Para ello, y como los míos no querían pasarse una semana oyéndome lloriquear: que si no quiero ir, que no me apetece, que estas cosas acaban como acaban…, panificaron todo en secreto y el viernes, a media hora de salir, cargaron el coche con las mochilas, con las tiendas y conmigo.

Las únicas escapatorias eran quedarme en una gasolinera en mitad de la nada o saltar en marcha. Y, como no me atraían ninguna de las dos ni el mal trato psicológico que me esperaba en caso de adoptarlas, opté por cerrar la boca y resignarme a un fin de semana de diversión en familia.

Las primeras horas

Con esto de que los días van siendo más largos, aún brillaba el sol cuando llegamos a la zona de acampada. Un sitio en mitad de la Sierra cuyo nombre he hecho todo lo que he podido por olvidar. Al menos, estábamos rodeados por otros campistas, no a merced de las alimañas, los insectos y las hierbas venenosas.

A la cuarta vez que una de las gomas me saltó a la cara y después de martillearme los dedos otras tres o cuatro, veces, los míos se apiadaron de mí y decidieron montar la tienda de campaña ellos solitos. Casi acabo por llorar de emoción, alivio y agradecimiento.

Una noche difícil

Cenamos en la cafería del camping y nos fuimos al saco los cuatro. Nótese que escribo “al saco”, no a dormir. Lo malo de los camping es que no hay paredes. No digo más: en una noche aprendí alemán, francés, inglés, italiano y un extraño idioma compuesto de suspiros y jadeos.

Si al ruido nocturno añadimos que eso de dormir sobre el suelo no se hizo para mí, el resultado es una noche en vela en la que empezaba a conciliar el sueño justo cuando el sol empezaba a teñir de colores el interior de la tienda…

… Momento en el que mi esposa y mis hijos decidieron que era hora de despertarme. Lo que ocurrió el sábado es digno de otro escrito, que llegará muy pronto

Turismo rural, turismo natural

No es porque no nos haya pagado nadie para hacerlo (que no la han hecho), sino porque los destinos donde se puede llevar a cabo esta idea son tantos que seria injusto mencionar a unos sí y a otros no.

La sugerencia se apoya en la grandísima red de casas de turismo rural de las que puede disfrutarse apenas nos informemos un poco. Elijamos un destino, el que sea, siempre y cuando esté fuera de la ciudad, aunque no necesariamente alejado.

¿Ya? Bien. Llegamos al pueblo en cuestión. Cuanto más agreste sea el entorno, mejor para nuestros objetivos. Vamos a pasar, por poner un caso, ese fin de semana que deseamos que sea sólo para uno o, como mucho, dos.

Animales salvajes

Tomemos fuerzas y a disfrutar

Convenientemente descansados y tras un buen desayuno, (¿qué tendrá el campo, que nos abre tanto el apetito?) con la mochila cargada de lo imprescindible para pasar el día, saldremos a caminar. Como cada sitio tiene sus peculiaridades, sería ideal que algún buen conocedor del entorno nos informara o, llegado el caso, recurriésemos antes de comenzar el viaje a la biblioteca más grande del mundo, Internet.

Bien, ya sabemos hacia dónde ir ¿Qué buscamos? Pues lo que sólo puede contemplarse en tres sitios: en el zoo o jardín botánico; la televisión o vídeos; y, el mejor sitio sin duda, la Naturaleza. Buscamos las plantas, los animales, la fauna y flora en el más salvaje de los estados.

Respeto por aquello de lo que provenimos

En una mañana, y si sabemos ser silenciosos y respetuosos con el entorno, podemos ver desde conejos hasta águilas, según qué entorno elijamos. Es un verdadero placer descubrir que no tenemos por qué ser biólogos para ver truchas en un río, ciervos pastando –cierto es que en este caso lo tenemos más complicado por la naturaleza desconfiada del animal- o halcones peregrinos en el cielo.

Son tres las condiciones para que estos viajes nos enriquezcan: estar dispuestos sorprendernos por todo cuanto veamos –un lagarto puede ser bello, si no lo habíamos contemplado a tres metros-; informarnos previamente por cualquiera de las vías a nuestro alcance sobre dónde, qué y cómo buscarlo; y mantener un respeto reverencial por cuanto nos rodea, de lo que, queramos o no, somos parte. Y no siempre la más importante.

Esta escapada, tal y como la hemos sugerido es perfecta para adultos, pero también puede incluirse algún niño, siempre y cuando esté convenientemente aleccionado de qué hacer y qué no. Además, de esta forma, tal vez aprenda que la leche no proviene de las fábricas ni se siembra y crece en las estanterías de los supermercados. Aunque el peque yal o sabe… ¿verdad?

Los mejores espacios rurales para desconectar

¿Hartos de las grandes ciudades en las que el ajetreo diario no les deja ni respirar? ¿Hartos de la rutina en la que todo el mundo solo cuida de sus propios intereses sin pensar en nadie más? Para todos aquellos que estéis cansados de ver siempre lo mismo y que busquéis algo diferente y fresco, os propongo una escapada a un lugar apartado, en el que la naturaleza sea nuestra mejor compañía.

Las casas rurales se han convertido en los últimos años en una gran opción a la hora de hacer una escapada de fin de semana con nuestros amigos y nuestros seres queridos. Allí podremos disfrutar de nuestra compañía y de la naturaleza como nunca antes lo habíamos hecho.

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El Tren de la Fresa a Aranjuez

El trayecto Madrid-Aranjuez fue inaugurado por la reina Isabel II el 8 de febrero de 1851. Esta segunda línea de toda la Península fue proyectada por el Marqués de Salamanca y serviría para conectar el lugar de recreo de los reyes con la capital.

Su principal función sería llevar los reputados productos de la huerta de Aranjuez hasta los mercados de la capital más cómodamente que por las carreteras, pero también el transporte de viajeros.

Mucho han cambiado las cosas de aquella primera línea que conectaba Madrid con otra ciudad y el transporte de viajeros se realiza por la moderna red de Cercanías.

Sin embargo, todavía se puede rememorar esos primeros viajes a través de la réplica que circula desde el Museo del Ferrocarril hasta Aranjuez.

Un viaje inolvidable al pasado

El denominado Tren de la Fresa aúna la recreación del ambiente de la época con su máquina de carbón y sus azafatas ataviadas con trajes de época con una degustación de los conocidos fresones de Aranjuez.

Durante el viaje las azafatas pasarán a ofrecer este rico manjar a los afortunados viajeros de este histórico tren.

Junto con la entrada se pueden adquirir descuentos y visitas guiadas a algunos de los monumentos del Real Sitio, o programar una visita por nuestra cuenta.

Palacios, jardines y fuentes maravillosos

Algunas de las maravillas que no nos deberíamos perder son el conjunto del Palacio Real y la Casita del Príncipe. Por sus salas nos perderemos en colecciones de relojes, frisos impresionantes, la alucinante Sala de los Espejos o la de las Porcelanas.

También podremos visitar el museo de falúas y carruajes reales, descubriendo las embarcaciones y carrozas que han usado nuestros reyes a través de los tiempos.

Otro de los grandes imprescindibles para visitar son los jardines y el palacete que hay en ellos. Tanto el Jardín del Rey como el Jardín de la Isla son una bella fusión de los diseños italianos, musulmanes y flamencos, mientras el Jardín del Parterre es posterior y de estilo francés.

En el impresionante Jardín del Príncipe disfrutaremos de sus fuentes de piedra y mármol con preciosas estatuas mitológicas. Además, podremos visitar la Casita del Labrador, un palacete neoclásico de los más importantes de Europa.

Entre visita y visita deberemos reponer fuerzas… y no hay nada mejor que comer en alguno de los estupendos restaurantes del centro, donde descubriremos los platos más típicos de la zona con productos frescos de la tierra.

Corme, costa da morte

En Galicia tenemos muchas cosas que no hay en el resto de España, lo reconozco. Aunque si tengo que hablar de un sitio algo especial, ese es sin duda, Corme en Costa da Morte.

La leyenda de costa da morte

Costa da Morte es una de las zonas más conocidas de Galicia, situada en la costa Atlántica de la provincia de La Coruña. El nombre de Costa da Morte se debe a leyendas que han ido pasando de generación en generación, principalmente por los siguientes motivos: la fuerza que tiene el mar en esta zona, por los temporales que hay siempre y han provocado más de un accidente marítimo (mortal o no), otras leyendas hablan de que al ser el «fin del mundo» está a las fronteras de la «muerte» u otra leyenda pero dicen que es la más cierta que remonta a muchos y muchos años atrás en la que no habian faros quitando el faro de la torre de Hercules en La Coruña, la unica manera de hacer ver la costa de noche o con grandes temporales, era la de hacer sonar caracolas de mar para hacerse oir en dias de niebla y las hogueras que hacian las esposas de los marineros para hacerles ver que era allí donde se les esperaba pero un excesivo numero de accidentes mortales que hubo por estos mares le dieron ese «mal nombre» pero por el que todos lo conocen y por el que mucha gente se interesa por su historia.

Después de esta gran historia os voy a hablar de uno de los pueblos más conocidos dentro de la Costa da Morte, que se llama Corme y que seguro que al final de este artículo ya tendreis ganas de ir a visitar.

Corme, un pueblo algo especial

Y os preguntareis, que tiene de especial? Mirad, es un pueblo costero que vive del mar, está en la Costa da morte(costa de la muerte), es donde están los mejores percebes y el mejor marisco de esta zona.

Corme es un sitio tranquilo, puedes ir en verano y no hay aglomeraciones y hace un tiempo esplendido, no vas a pasar la calor del mediterráneo. Aunque algun dia llueva la mayoría hace un tiempo que muchos desearían.

Fiesta del percebe

Tienen la fiesta del Percebe. en este día tan especial para la gente de Corme se hace una gran fiesta donde se come percebe y pulpo, previo pago aunque no excesivo. Por lo general va todo el pueblo, y tambien de lugares cercanos como de cualquier parte de España, pues es una fiesta muy conocida dentro de la gastronomía Española.

Este año se celebra el 13 de Julio a pesar de que otros años se celebraba en otra fecha (por lo general el 7 de julio, o por lo menos, el año pasado). Tienen un blog especial de esta fiesta. Si seguis el enlace podreis conocer más sobre la fiesta y quien la organiza.

Fiesta de la virgen del carmen

Esta es otra de las fiestas más conocidas en Corme. Es la fiesta de la «Virgen del Carmen» que se celebra en Corme el 16 de Julio todos los años. El pueblo despues de una gran misa que se celebra, se hace una procesión de la virgen por gran parte del pueblo hasta llegar al muelle, allí salen con ella y con todas las barcas y barcos en una procesión por el mar, que hay que verlo en persona, pues es un acto muy emotivo y bonito de ver.

Para llegar a Corme…

Si tenéis el propósito de ir a ver a este pueblo tan singular y encantador de la costa de La Coruña, podéis venir en cocheautobús. Si quereis venir en autobus teneis los horarios desde corme a La Coruña y viceversa en la pagina de Corme.

El símbolo de un país: la Torre Eiffel

París es una ciudad de mil encantos, de modo que regresaremos a ella. Lo decimos porque, nada más leer el título, a más de uno se le han venido a la cabeza las Tullerías, el Arco del Triunfo, el Moulin Rouge… No queramos abarcar más de lo apretable: hoy toca la Torre Eiffel.

El monumento en cuestión debe su nombre a su diseñador: Gustave Eiffel. En poco más de dos años se levantaba tan faraónica obra, para lo que fue necesario el concurso de doscientos cincuenta obreros.

torre eiffel

Claro que no siempre ha sido objeto de admiración como lo es hoy en día: los trescientos veinticuatro metros de altura parecían una monstruosidad  a los ojos de los artistas del momento. Unido esto a la baja rentabilidad tras la exposición universal parisina, hizo que se planteara su derribo en más de una ocasión.

Útil y, de repente, bella

A principios del siglo pasado, con la llegada de las guerras mundiales, las autoridades dieron con uno de sus usos: hicieron de ella una descomunal antena de radiodifusión –paradójicamente, la guerra, en lugar de destruirlo, salvó al monumento-. Es más: la torre fue un punto clave en la victoria aliada.

Hoy por hoy, y gracias a la importancia de París en el mapa turístico mundial, la Torre Eiffel es el monumento más visitado del planeta, con más de siete millones de visitas al año. Unas visitas que se convierten en inolvidables si os decidimos a subir a la Torre. Eso sí, subiremos sólo si no sufrimos de vértigo.

La vía barata y la vía racional

Si deseamos subir al monumento, tenemos dos vías, una más barata y la otra más lógica. En cuanto a la primera, se refiere a subir por las escaleras. Podemos ahorrarnos unos euros, de acuerdo. Pero también podemos verlo de otro modo: hemos venido a conocer la Ciudad de la Luz y no es fácil hacerlo con las agujetas de haber subido 1665 escalones.

En cualquier caso, si el reto de subir las escaleras nos atrae, el límite está e el segundo piso, de modo que ni siquiera podemos acceder a la planta superior: no es que estemos en contra del deporte, es que de verdad vale la pena gastarse un poco más y disfrutar de las vistas.

Si podemos elegir, visitemos el monumento a primera hora de la mañana para ahorrarnos las eternas colas o cuando anochezca. Será entonces cuando entendamos por qué a París se le llama la Ciudad de las Luces.