Pistas de nieve

¡Cómo cae nieve! Es lo que estarán pensando o diciendo muchos de los deportistas y amantes de la nieve, estos días, en los que las nevadas en toda España son enormes, hacen que los amantes de la nieve, tanto para deporte como para disfrutarla, estén frotándose las manos pensando a qué sitio irán este fin de semana para poder gozar de ella.

En España hay veintinueve estaciones de esquí, con instalaciones de primera en constante renovación, sin descontar que tienen el privilegio de tener excelentes infraestructuras y servicios con magníficas comunicaciones con las grandes ciudades cercanas a éstas.

Getting air off the Wu-Tang in the Men´s Snowboard Boardercross Finals - The Brits, Laax 2010

No sólo tienen la posibilidad de practicar el deportes que más les gusta o sólo disfrutar de la nieve en sí, también tienen otras posibilidades como tener contacto directo con la naturaleza, rutas culturales y de ocio, historia, arte y una excelente hostelería y gastronomía.

De norte a sur

Las zonas de esquí que tienen mayor renombre se encuentran en el Pirineo Catalán como Baqueira Beret, La Molina, Masella, o Port Ainé, en el Pirineo Aragonés como Candanchú, Cerler, Partacua o Formigal y en Andalucía como Sierra Nevada.

En ellas podrás encontrar, no sólo la practica del esquí, el snowboard o el freestilye hay muchas más actividades que puedes realizar como el slalom paralelo, skicross, trineo ruso o rutas guiadas de ski, etc., si vas solo, en compañía o en familia, sobre todo para los niños que disfrutarán en grande esas mini vacaciones en la nieve.

Alojamientos fabulosos

La mayoría de los hoteles de estas zonas, te encantaran, muchos de ellos están a los pies de la montaña, ofreciendo al turista ya desde que se levanta unas vistas tanto relajantes como impresionantes, los mejores servicios con ambientes exclusivos para las fechas de invierno.

Muchos de estos hoteles tienen excelentes spa (donde podrás relajarte después de una jornada de disfrute), espaciosos gimnasios, ofertas en el alquiler de material para tu deporte favorito, etc., contando también con cafeterías o restaurantes con excelente gastronomía.

Dormir, comer, disfrutar

También podrás encontrar apartamentos muy cercanos a las estaciones de esquí, donde podrás encontrar, de una, dos o tres habitaciones, con cocina eléctrica, calefacción y en algunos de ellos, un extraordinario spa.

Sobre la gastronomía, podrás encontrar de todo tipo, comida sana, comida tradicional de la zona, comida casera, comida rápida, etc., pero si quieres pasar una velada nocturna podrás encontrar infinidad de bares y restaurantes situados a pie de pista para poder disfrutar las veinticuatro horas del día de estos sitios tan encantadores.

¡Ayyyy Bandolero!

Después de tantos días de fiesta tras la Semana Santa, creo que tengo la cabeza como una cabra. Y ya sabéis que la cabra tira al monte y cada vez que pienso en montes me viene la canción de la serie de Curro Jiménez.

Así que pienso dedicar el blog de hoy al personaje en quien basaron parte de la serie televisiva, José María Pelagio Hinojosa Corbacho, un bandolero cordobés conocido como “El Tempranillo”. El cual da nombre a una ruta llamada de la misma forma.

La Ruta del Tempranillo

Esta ruta se complementa con una cadena de pueblos de la Andalucía donde el famoso bandolero vivió hasta su asesinato en 1833. Nació en el pueblo de Jauja, en la provincia de Córdoba. De allí tuvo que huir tras cometer un asesinato a muy temprana edad, algo que le valió para la creación de su mote. Mismo pueblo donde empezaremos nuestro camino.

Iremos recorriendo los pueblos tras los pasos del Tempranillo. Caminos que cuentan historias de terror, dramas pero también mucha fuerza por conseguir un fin, que era por lo que los bandoleros lucharían contra el nuevo gobierno impuesto por Napoleón en nuestro país.

Caminos de la Andalucía más íntima

Nos adentramos con esta aventura al interior de Andalucía. Un lugar bello y muy mágico donde podemos disfrutar de sus típicos pueblos con casas blancas, plazas e iglesias que guardan los recuerdos de un tiempo muy revuelto pero casi romántico del bandolerismo en la España en el s. XIX.

Esta ruta atraviesa los pueblos de Jauja, Alameda, Casariche, Benamejí, Palencia, Badolatosa y Corcoya. Puedes realizar la ruta desde el punto que desees, pero se recomienda trazarla entera.

Algo que no podéis dejar de visitar es el Salvoconducto. Que es una credencial donde coleccionar los sellos que acreditan los diferentes puntos de la ruta. Al igual modo que se hacía en la Edad Media para poder acceder a un viaje libre y seguro.

Acércate a la vida de un bandolero

Para vivir mejor esta experiencia de revivir la historia de un bandolero, se recomienda comprar una entrada (puedes encontrarla en los diferentes pueblos anteriores), la cual te dará derecho a poder entrar a los diferentes centros y museos que te acercaran más a la figura del Tempranillo y sus compañeros. Al precio casi simbólico de 7€, pudiendo visitar:

Centro temático del Bandolerismo Romántico

Centro temático del Campo Andaluz

Centro temático de las Termas Romanas

Centro temático del Río Genil

Centro temático del Paisaje Natural

Centro temático de la Gastronomía, Fiestas y Costumbres Populares.

Las desventuras de un dominguero (IV)

Ahora que van cayendo las primeras nieves, me vienen a la cabeza mis primeras vacaciones blancas. ¡Y qué recuerdos!… Ya desde pequeñito apuntaba maneras. Debía de andar yo por los diez años, cuando mis padres me anunciaron, un miércoles, que nos íbamos de fin de semana a la nieve. Me alegré una barbaridad.

Pero llegó el viernes y me llevé el primer chasco: no íbamos a ir a Baqueira Beret. Yo, que había fantaseado los dos días que nos separaban del ansiado “finde” con conocer a las Infantas –entonces, en los ochenta, Cristina de Borbón era mi mujer ideal y Elena era… bueno, era-, mientras auxiliaba a Don Juan Carlos de su enésima lesión de esquí.

Las desventuras de un dominguero (IV)

En fin. Lástima. Pero no iba a dejar que el no conocer a mi mujer ideal me desanimara… ¡Que me iba a la nieve! Cuando llegamos, ya había anochecido, de modo que mi padre decidió que sería buena idea cenar y dormirnos pronto.

Los excesos se pagan

En cuanto a la primera parte, sin problema: como a mi padre le gustaba hacer los viajes del tirón, por si acaso el SETA Parda que conducía se paraba y no volvía a arrancar, me quedé sin merienda. Cené como el pequeño salvaje que estaba hecho.

Pero la cena, no sé si por el cambio de agua o porque me cené todo lo que no me había merendado, más la cena, más el desayuno y almuerzo del día siguiente por si no me daba tiempo a comer, me sentó bastante mal.

Suerte de servicios médicos

No sólo yo pasé una mala noche, sino que también lo hicieron mis padres y un malhumorado médico de la estación, más acostumbrado roturas y luxaciones que a un niño con una indigestión de mil demonios. En fin: que nos dormimos a las cinco.

Las desventuras de un dominguero (IV)

A las ocho sonó el despertador, pero las escasas horas de sueño hicieron que no nos levantáramos hasta las once. Cuando íbamos camino del telesilla, con unos esquíes alquilados, mi cara hacía juego con la nieve circundante.

El más mínimo fallo podría ser fatal

Y debí pasar de pálido a cerúleo cuando vi cómo remontaban las pistas: si aquel palo que se suponía que debía ir entre las piernas erraba el tiro podía pasar que me convirtiera en uno de esos castratti que estudiábamos en clase de música… O que no pudiera volver a sentarme con naturalidad en clase alguna.

Tras no pocos lloros, accedía a remontar la pendiente. Y, una vez arriba, fue peor: sólo veía una manera de bajar. Y no me gustaba. ¿Deslizarme por una ladera sobre dos tablas? Eso se le daba bien a los Fernández-Ochoa, pero no era mí, que aprecio demasiado mis articulaciones y una cara que, aunque no es bonita, es funcional.

Si Peret me hubiese visto…

Más lloros. Tantos que el escaso desayuno que había conseguido ingerir acabó manchando la impoluta nieve. No entiendo cómo no provocamos un alud al sumarse mis sollozos a los gruñidos malhumorados de mi padre.

En fin, que tras varios litros de lágrimas cayendo en la nieve (seguro que Peret habría compuesto una buena canción: “uuuuna lágrima cayó en la nieeve”) me decidía a probar a deslizarme, con los esquíes en cuña, como me habían dicho.

Nueve coma ocho metros por segundo al cuadrado

La sensación de ingravidez, de libertad, de fluidez fue absoluta… Durante diez metros, que fue lo  que tardé en poner los esquíes en paralelo. Envalentonado por llevar varios segundos sin caerme, decidí que era hora de ganar velocidad. Qué sabe un niño de diez años que ha suspendido Ciencias Naturales de la gravedad y de sus nueve coma ocho metros por segundo al cuadrado.

Penguin Peak summit. Chugach Mountains, Alaska

Las últimas palabras antes de despertarme en el hospital fueron “¡¡Que alguien quite de ahí esa árb!!… ¡uf! Cuando me desperté, ya en planta, lo hice chillando “¡¡…Boooool!!”, completando la frase que un pino inoportuno y maleducado había interrumpido.

Un extraño despertar

Era martes. Me había perdido un par de días de escuela y, encima, como los médicos confundieron mi alarido con que había cantado un gol, decidieron que sería buena idea que me visitara la estrella del equipo de la ciudad, que casualmente estaba ingresado por una torcedura de bota, o algo similar. A mí. Que de fútbol sólo sé que los jugadores se depilan las piernas.

Yo temía el enfado de mis padres por haberles chafado el fin de semana, pero, cuando vieron que su hijo abría los ojos y la garganta con tal entusiasmo, decidieron que un chico de tanta energía y gracia no merecía que permanecieran enfurruñados demasiado tiempo.

Un beso para papá y otro para mamá

Aunque no acabe de venir a cuento, he de decir que en ésta y otras ocasiones mis padres se portaron como verdaderos santos. De hecho, sólo he visto a mi padre enfadado de verdad una vez:

La única ocasión en la que mi progenitor no dejó al Santo Job por un histérico fue cuando, al año y pico de todo aquello, cuando yo empezaba a recuperar la forma física tras rehabilitarme de una muñeca, una pierna y cuatro costillas rotas alguien dijo que deberíamos ir a celebrar mi salud a Baqueira Beret, a ver al Rey y a las Infantas.

Ese alguien pagó la furia de mi padre cenando sopa por Nochevieja, en el hospital, con pajita. Desde entonces, prefiero que las vacaciones sean en la playa y con buen tiempo.

Escapada a Japón: Descubre qué hacer

Japón es un destino muy interesante, no sólo por su cultura y patrimonio monumental sino también por su gran avance tecnológico, pues ¿quién no ha soñado alguna vez con dar un paseo en el tren bala? Por eso, si estás pensando en visitar Japón, ya sea con motivo de un viaje de novios o por el simple hecho de hacerte una escapada al país nipón, te damos algunas ideas sobre las actividades que puedes realizar en este atractivo destino.
Si eres un aficionado a la práctica de escalada, entonces qué mejor que escalar el Monte Fuji, la montaña más popular y elevada de Japón, desde donde es posible contemplar estupendas vistas. Claro que, para ello, debes programar tu viaje entre los meses de julio y agosto, durante la temporada oficial para escalar, que es cuando el clima es más templado y no hay nieve en el monte. También, puedes optar por concurrir durante la semana de Obon, a mediados de agosto, cuando alpinistas provenientes de todas partes del mundo se hacen cita aquí para escalar este gigante.
Otra opción es disfrutar de los baños termales en los onsen. Si bien hay casi 3.000 de ellos diseminados por todo Japón, uno de los más populares es el Onsen de Kusatu, situado a unos 150 km de Tokio. Los hay tanto al borde del mar como en el interior de las montañas, aunque también suelen encontrarse dentro de algún edificio, y en su mayoría no son mixtos.
Aquellos que prefieran esquiar, pueden practicar este deporte en las áreas de Tohoku, Hakuba o Hokkaido, a comienzos del mes de diciembre.
Ir de compras es una de las actividades que nadie quiere perderse, sobre todo porque se trata de un país que estructura su vida en torno a la fabricación de bienes de consumo. De hecho, visitar los grandes almacenes de las ciudades más importantes del país puede considerarse una actividad relajante. Se pueden comprar desde productos electrónicos, artesanías confeccionadas en bambú, relojes, kimonos, lámparas de papel, abanicos, entre muchas otras cosas. Uno de los mejores lugares para ir de compras es Ginza, considerada la versión nipona de la quinta avenida neoyorquina, es la zona más cara y exclusiva de todo el país.
También, pueden visitarse los «Nomi-no-ichi«, una especie de mercadillos que se alzan en distintas partes de Japón, gran parte de los cuales se sitúan en el recinto de los santuarios y templos.  Aquí se venden una gran variedad de artículos nuevos y de segunda mano, como por ejemplo antigüedades, platos y ropa vieja, de distintos precios y estilos. Entre los más conocidos se encuentran el Togo-no-Mori Nomi-no-ichi, ubicado en el santuario Togo y el Aoyama Oval Plaza Aozora Kotto-Ichi, situado en la Plaza Oval de Aoyama, ambos en Tokio.
Por supuesto que cualquiera que visite Japón no puede perderse la experiencia de viajar en el famosísimo shinkansen súper exprés o tren bala, que alcanza una velocidad de 270km/h. Si deseas que el paseo sea un poco más económico, antes de viajar a este país puedes adquirir tu «rail pass».
Los amantes de la tecnología, seguramente no podrán resistir la tentación de ir a Akihabara, catalogada como la urbe eléctrica de Tokio, donde pueden comprarse los productos eléctricos más económicos de todo el mundo sin tener que pagar el impuesto aduanal, con sólo presentar el pasaporte con el correspondiente visado.
Salir a comer sushi es otro de los clásicos para los turistas. Y aquellos a quienes no les guste al pescado crudo, pueden optar por probar otros platillos típicos de la cocina japonesa, como el  Yakitori, kebabs de pollo en barbacoa, Udon y Soba, fideos japoneses, y Tendon, arroz con camarones fritos, entre tantos otros. Para pasar una velada especial, están los restaurantes tradicionales donde la comida es servida por mujeres en kimonos.