La costa occidental de Cantabria

Cantabria siempre me ha parecido una tierra atractiva, entre la montaña y el mar, con las mejores características de la franja cantábrica, tierra siempre acogedora y sobrecogedora. Esta semana vamos a irnos a la costa occidental de Cantabria, a pasearnos por las playas, contemplar los acantilados, conocer algunos pueblos de la zona e hincharnos a cocido montañés. Estableceremos en Comillas nuestra base de operaciones, por encontrarse aproximadamente en el medio de la región a visitar.

Esta villa comenzó a recibir el primer turismo de alta alcurnia que también visitaba Santander, San Sebastián, Biarritz o Niza, todavía en el siglo XIX. Eso confirió a Comillas un aire vagamente aristocrático y vacacional que contrasta con la gravedad tradicional propia de un puerto marinero. No por casualidad fue la primera población española con alumbrado público. Hoy alberga todos los servicios deseables; el bar Filipinas es un recomendable lugar para comer de forma sencilla.

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La joya de San Sebastián

Quien haya visitado la ciudad seguramente coincide en que es una de las ciudades más bellas en las que ha estado. Quizás la ciudad con la esencia europea más notable de todas las que forman nuestro país.

Sol en verano, la brisa que recorre su playa de la Concha, la fina capa de niebla que cae y cubre todos sus edificios, que confeccionan una identidad arquitectónica ecléctica fundamentada en el siglo XIX. Juntando elementos arquitectónicos típicos de Francia, Polonia, Reino Unido, etc.

Algo que llama considerablemente la atención de todos sus visitantes. La que es conocida con el sobrenombre de la “pequeña París”. Pionera en instalaciones como el tranvía, el alumbrado eléctrico o la telefonía.

Historia arquitectónica

En el año 1863 debido al crecimiento que cada vez más demandaba la ciudad guipuzcoana, se decide derribar las murallas que rodeaban San Sebastián. De esta forma se empiezan a formar nuevas construcciones que comienzan a introducir a la ciudad en su etapa con mayor esplendor, coincidiendo con la conocida Belle Époque.

Edificios como la Catedral del Buen Pastor, el Teatro Victoria Eugenia o el Hotel María Cristina, construido en 1912, siendo la viuda del monarca la primera en cruzar sus puertas.

Esta estrecha relación entre la ciudad y la monarquía no es casualidad. Ya que tras la muerte de Alfonso XII, en 1885, es su propia viuda, la regente María Cristina quien busca en San Sebastián un consuelo y una forma de escapada, que convierte a esta urbe en su retiro de verano. Un honor que San Sebastián le devuelve haciéndola alcaldesa honorifica.

El Palacio de Miramar

Muchos son los aristócratas de toda Europa, atraídos por los gustos de la Reina Regente, deciden poner en San Sebastián su residencia de verano. Al igual que los nuevos ricos, que constituían una nueva clase social en la época, la burguesía. Entre los que se encontraban celebridades como el sha de Persia, la espía Mata-Hari o León Trotsky como un ejemplo de nuevos vecinos.

Pero si hay que resaltar una residencia de verano, es la que a día de hoy es considerada la mayor joya de la localidad vasca: El Palacio de Miramar. Construido en 1893 por el arquitecto inglés Seden Wornum, como encargo y para disfrute de la Familia Real.

En su interior  destacan espacios como el Salón Blanco, el Salón de la Música, la Biblioteca o el Comedor Real. Estancias que en la actualidad se conservan casi como en su origen. Ya que desde 1972, tras pasar por varios propietarios, el ayuntamiento de San Sebastián lo asume como patrimonio local

… Dándole un sin fin de usos y eventos, como el del Festival de Cine de San Sebastián, Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco o dando cobijo al Centro Superior de Música del País Vasco.

Situado en la Bahía de la Concha, se puede y se debe uno privar de dar un paseo mientras se contemplara la vez esta maravillosa obra arquitectónica.

La Laguna Negra, paraíso entre montañas

Este paraje singular de Soria es uno de los más bellos de la provincia. Está enclavado en el Parque natural de la Sierra de Urbión, en la localidad de Vinuesa.

Su acceso está perfectamente señalizado entre los municipios de Cidones y Vinuesa, llegando a ella a través del precioso valle del Revinuesa, repleto de pinos silvestres altos y fuertes.

Forma parte de un conjunto de tres lagos glaciares que pueden divisarse desde las alturas de los acantilados. Las otras dos lagunas, llamadas la Helada y la Larga, se encuentran a mayor altitud, son más pequeñas y de diferentes colores: una roja y otra verdosa.

Aguas oscuras y misteriosas

El nombre de Laguna Negra hace referencia al color oscuro de sus aguas. Enigmática, bella y envuelta en leyendas, las profundidades de la Laguna Negra nos llama desde unos 2.000 metros de altitud, rodeada de paredes de granito y vigilantes pinares.

Precisamente son la sombra de estas paredes inmensas que la rodean y la gran profundidad de la laguna lo que dan a sus aguas ese tinte de oscuridad que la hace tan fascinante.

En verano subida sin coche

En la temporada de verano o en los festivos la afluencia es enorme y no está permitido el acceso con coche particular hasta la cumbre.

En esos días deberemos dejar el coche en el parking habilitado junto al río y decidirnos por una de las dos opciones que hay para la ascensión: un paseo de unos dos kilómetros o coger el autobús.

Hacia la cima

Si nos decidimos por la ascensión a pie deberemos considerar las fuerzas de nuestros acompañantes, ya que aunque son sólo dos kilómetros, son en subida y hay trechos con una gran pendiente.

Sin embargo, con paciencia, buen humor y botellas de agua, que podemos llenar en alguna de las fuentes que nos encontramos por el camino, el recorrido a pie merece la pena.

Disfrutando del paseo

Durante la ascensión disfrutaremos de paisajes llenos de helechos, riachuelos, desniveles cortados a pico, grandes robles y pinos centenarios. Matorrales como el espliego y bellas flores inundan los arcenes del camino con su fragancia y colorido.

Al llegar a la cima una escaleras talladas en la roca nos llevarán hasta la entrada a la Laguna Negra. Encontrarse ante esa quieta laguna con su misterioso aspecto y los imponentes acantilados como fondo reflejado en ella es un espectáculo impresionante.

Paseo por la orilla

Para facilitar el tránsito de los visitantes se han instalado unas pasarelas de madera por las que podemos ir bordeando la laguna bajo las ramas de álamos temblones, abedules o pinos albares que llegan hasta la misma orilla del agua.

En sus aguas heladas podemos refrescar los pies desde alguna de las rocas que jalonan sus orillas y escudriñar sus profundidades en busca del rastro de alguno de los barbos y truchas que abundan en sus aguas.

Travesía a Nado

La tranquilidad que se percibe en la superficie del agua se rompe el primer domingo de agosto con la celebración de la tradicional Travesía a Nado que viene celebrándose desde hace más de cuarenta años con una gran participación de valientes nadadores que se atreven a surcar sus frías aguas.

También podemos admirar el paisaje desde alguno de los miradores dispuestos a lo largo de la pasarela y que se adentran unos metros sobre las aguas. Si recorremos con la mirada los cielos y nos fijamos en las oquedades de los acantilados podremos ver águilas y buitres leonados que utilizan este recóndito lugar como espacio de anidación.

Lobos y leyendas

Además de estas aves, en el entorno hay gran variedad de fauna, encontrándose multitud de reptiles y roedores. Adentrándonos en los bosques que rodean la zona también podremos encontrar desde corzos y jabalíes hasta ciervos, zorros y algún lobo.

La mítica presencia de este mamífero ayuda a preservar el aire misterioso del paisaje, siendo considerado un «abrevadero de lobos». A la siempre inquietante presencia de lobos se suman las leyendas que sobre la zona se han transmitido de generación en generación. Aquí os transcribimos la de La Tierra de Alvargonzález.

Leyenda de Alvargonzález

Cuenta la leyenda que un mozo llamado Alvargonzález heredó de sus padres estas ricas tierras.

Teniendo casa, ganado y huerta, tomó por esposa una linda moza de tierras del Burgo, vivieron felices y tuvieron tres hijos. Los dos mayores se casaron y el buen padre tuvo nueras que sólo pensaban en la herencia que les cabría tras la muerte de Alvargonzález.

Sueños y premoniciones

Una mañana salió solo el buen padre y decidió descansar bajo un olmo, se fue quedando dormido y soñó que sus hijos vendrían a matarlo y al abrir los ojos vio que era cierto lo que soñaba.

Con un hachazo en el cuello y cuatro puñaladas en el pecho le dieron muerte, le arrastraron hasta la Laguna Negra, que no tiene fondo, y allí lo arrojaron con una piedra atada a los pies. Nadie osó acusar a los hijos del crimen.