Los encantos de la Verde Erín

Se dice que Irlanda fue descubierta por un español que iba a descubrir América y se equivocó de ruta. Cierto: se dice en broma, pero la chanza esconde un punto de realidad, en este caso, muy agradable.

La vida, con calma

El motivo de la afirmación es el carácter del irlandés medio y la forma de afrontar la vida que tiene: siempre vamos a oír de sus labios el “take it easy” (llévalo con calma) y es que el “easy going” (llevar la vida sin apuros) es una forma de filosofía que se aplica, tal vez, más en Irlanda que en España.

Pero, además del carácter agradable y tranquilo de los isleños, Eire posee una serie de atractivos que la hacen uno de los destinos de ensueño por excelencia, sobre todo si deseamos escapar del agobio de los calores estivales.

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Dos lenguas, mil acentos

Para empezar, si deseamos recrearnos en un paisaje infinitamente verde (no en vano se la llama la Isla Esmeralda), debemos visitar el “countryside” (las zonas rurales). O no. Es complicado, incluso en alguna de las ciudades más grandes del país, dar un paseo si toparse con jardines o parque extremadamente cuidados.

Pero no sólo de la Naturaleza vive Erín: la riqueza cultural merece –y tiene- bibliotecas, ya que no libros: la cultura celta está muy presente en gentes, calles, literatura, monumentos, música e idioma.

Comenzamos por el final: los irlandeses –todos- hablan inglés, eso sí, con una característica muy especial: el acento. Cierto es que todos empleamos uno u otro acento al hablar nuestra lengua (sí: tú también, aunque no lo creas), pero lo de este país es un extremo: en apenas dos kilómetros cambian por completo entonación y sonidos. Pero si de cultura celta se trata, sobre todo en la zona del Sur sigue hablándose el gaélico, una lengua celta.

Celtas contemporáneos

Como celtas son también mucha de las leyendas que saben contar los lugareños –sólo un irlandés debería tener permiso para hablar de los leprechaun– y celta la música tradicional, por mucho que se empeñen los seguidores de U2.

Además, Irlanda tiene cierto sabor medieval, que percibiremos visitado sus castillos, algunos muy bien conservados y sin fantasma, no como sus homólogos escoceses, que parece que necesitan un tipo cubierto con una sábana y arrastrando cadenas para ser atractivos.

El don de la piedra de Blarney

De entre los catillos Irlandeses destacaremos el de Blarney, donde hay una roca de la que dice la leyenda que, si la besas, recibes el don de la elocuencia. Lo malo es que la piedrecita está puesta de tal forma que tienes que suspender medio cuerpo a una altura suficiente como para que si te caes, sea preferible saber volar que hablar.

Se nos quedan muchas cosas en el tintero, pero es preferible quedarse con hambre a empacharse ¿Cómo? (…) ¿Impaciente?  Take it easy, man.

Burgos, ciudad increíble

Esta hermosa ciudad, ubicada al norte de nuestra Península Ibérica, ofrece a propios y ajenos un legado de historia arraigada desde aproximadamente un millón de años de antigüedad, donde los protagonistas fueron y son los antepasados encontrados en los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca, teniendo gran relevancia otros grandes descubrimientos como los Dolmen de las Loras, los Santuarios rupestres de Ojo Guareña, las Necrópolis de la edad de hierro o huellas fósiles de dinosaurios.

Burgos ofrece infinidad de rutas alternativas para el disfrute cultural (antiguo o moderno), gastronómico, vinicultor, etc., donde pasarse unos días será el placer de muchos de sus turistas.

Catedral Burgos

La maravillosa catedral

Una de las visitas más concurridas es a la Catedral de Burgos, es uno de los más bellos y extraordinarios monumentos del arte gótico: su construcción se inició alrededor del año 1221, siendo consagrada por el año 1260, aunque su construcción se prolongó hasta el año 1765, esto otorgó que esta catedral tenga incorporados otros estilos artísticos de épocas siguientes, pero siempre predominando el arte gótico.

El conjunto barroco único en España es la Villa Ducal de Lerma, donde encontraremos el Palacio Ducal y la Plaza Mayor, el conjunto conventual de San Pedro y demás donde la historia nos invita a vivirla.

Un brindis por la belleza

En la Ribera burgalesa se encuentran las mayores zonas dedicadas al viñedo con sus excelentes bodegas, que pueden ser visitadas con cita previa, donde podremos catar algunos de sus caldos tan prestigiosos de la Ribera del Duero.

Las espectaculares vistas que nos ofrecen los paisajes de las Lagunas Altas de Neila nos dejaran completamente sorprendidos, sus maravillosos cuadros naturales y su aire limpio y fresco nos renovarán para el resto del día, donde también podremos visitar históricas localidades de la zona como Quintanar de la Sierra y Salas de los Infantes con sus extensos bosques pinares que nos acompañarán en el trayecto.

Paisajes sobrecogedores

El antojo geológico de Puentedey y el Pantano del Ebro en Arija completan una interesante ruta provincial donde los ríos Ebro y Nela dibujaron numerosos valles y angostos desfiladeros formando fértiles tierras.

El tema de la gastronomía burgalesa es conocida en toda la región española, con sus ricos y gustosos platos que hacen que el paladar esté en la gloria: podemos encontrar guisos como el lechazo asado, morcilla de Aranda, morcilla y queso de Burgos, sopa burgalesa, caracoles a la burgalesa y, como postres, los más deliciosos dulces, como las perronillas, almendras garrapiñadas, postre del abuelo, sin descontar los sabrosos vinos que ofrece esta tierra provenientes de la Ribera del Duero.

El Fonoll, paraíso naturista

El Fonoll está situado en la provincia de Tarragona y es el único pueblo totalmente naturista que existe en España. El pueblo llevaba completamente abandonado más de sesenta años  y hace un lustro que Emili Vives decidió crear un paraíso naturista en una gran finca del lugar que compró para realizar un proyecto que era el sueño de su vida.

La mayoría de las personas acuden a pasar fines de semana y vacaciones de verano ya que queda bastante apartado de la civilización y no es muy viable para vivir durante todo el año para la mayoría, pues obligaría a largos desplazamientos por una carretera llena de curvas para acudir a los núcleos urbanos más cercanos.

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Yo estuve en Cancún y regresé para contártelo VIII: Playa del Carmen

Playa del Carmen es uno de los lugares que debes visitar si te gusta el bullicio, el ocio y las compras. Está muy cerca de Cancún, entre éste y Tulum. Nosotros fuimos de paso cuando visitamos las ruinas arqueológicas, pero hay mucha gente que va a pasar el día; hay autobuses que te llevan desde Cancún, así que no tiene pérdida. Continuar leyendo «Yo estuve en Cancún y regresé para contártelo VIII: Playa del Carmen»

Rutas de la «Ribeira Sacra»: embárcate para convertir el agua en vino

Una de las formas alternativas de conocer la “Ribeira sacra” es realizando alguna de las rutas fluviales que cruzan el Sil y el Miño en catamaranes. La mayoría de estos viajes se realizan durante la primavera y el verano y además de poder disfrutar de los paisajes tan característicos de esta zona se realizan visitas a bodegas para probar sus famosos vinos.

Uno de los viajes más bonitos es el que incluye todos los cañones del Sil partiendo del embarcadero de San Esteban, situado a doce kilómetros de Os Peares. Allí se toma el catamarán que nos conducirá por un recorrido de unos trece kilómetros a través de los cañones superiores del Sil.

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Yo estuve en Cancún y regresé para contártelo VIII: consejos finales

Éste será el último artículo que dedique a Cancún, no porque esta zona no cuenta con otras maravillas que merecen ser visitadas, sino porque, como indica el título, os he hablado desde mi experiencia personal ampliándola con un poco de información extra. Continuar leyendo «Yo estuve en Cancún y regresé para contártelo VIII: consejos finales»

Caravana, dulce caravana

Son una estupenda opción para irse de camping, cómodas y prácticas. Suelen resultar, además, una idea muy buena, por económica, a la hora de conocer el mundo, pero, ¿podríamos vivir en una caravana? En éstas que aquí presentamos, sí.

Comencemos por el último de un ranking de cinco de estos vehículos (suenan, con eco, los altavoces)… “En quinto lugar, el refugio del sibarita, el palacio de la comodidad… ¡La Tabbert paganini 655 DF!” De diseño vanguardista y un interior en el que prima la comodidad esta caravana cuesta en torno a 40.990 euros.

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“La cuarta posición es para el sultán del camping, la estrella del descanso: la Dethleffs Globetroter XXL Premium Liner”, un verdadero capricho de perfección alemana y elegancia en todos los sentidos. Por no hablar de que se halla en la cúspide de sector de las caravanas, con un precio, eso sí acorde a este hecho: a partir de 155.000 euros.

El medallero

“Tercera posición y medalla de bronce para la reina del mar y la montaña, la viajera incansable, la casa móvil: la PhoeniX Top-Liner”. Basadas en el chasis de los famosísimos camiones MA TGL, esta maravilla americana representa el lujo por el lujo, a cambio, eso sí de 219.000 euros.

“En segunda posición, medalla de plata y aplauso de oro para un bello monstruo, para una corredora infatigable y, a la vez un hogar cómodo  acogedor. El clásico: la James Cook Westfalia”. Tras más de medio sigo adaptando furgonetas, la casa alemana ha ido acumulando experiencia en elaborar los productos más codiciados del mercado. Ésta es la heredera de tal tradición. Lo es, además, por el precio de 87.000 euros.

¡La número uno!

Carraspeo. Atavoces que se acoplan. Crujido con eco por toda la estancia. Redoble de tambor. “La campeona, la número uno, la reina del camping, la mejor compañera de la familia, el orgullo de los papis y amiga de los nenes: la número uno y medalla de oro indiscutible: ¡¡la grandiosa Hymermobil Clase S!!”

Se trata de un auténtico, ya que no palacio, chalet con ruedas, con absolutamente cualquier detalle necesario par el mayor confort y alguno superfluo, de esos que se llaman “lujos” y que al fin y al cabo sus dueños se merecen. Aunque sea descortés habar del precio de esta maravilla, diremos que ronda los ciento treinta y dos mil euros.

Hemos presentado cinco caravanas de lujo, cinco maravillas de la carretera y la acampada, pero, si nos paramos a buscar, seguro que daremos, como poco, con otras tantas mucho más asequibles y, desde luego, cómodas y acogedoras.

Las desventuras de un dominguero (XI). La acampada: día uno (y no más)

Me desperté, rígido como un listón de encina. Un listón de encina, por cierto, carcomido, porque me dolían músculos que no recordaba haber visto en ningún atlas de anatomía. Y, hablando de atlas, nada más acabarnos el desayuno –reconozco que me lo zampé con apetito-, aún en la cafetería del camping, apareció de la nada un mapa en las manos de mi mujer (no podía ser un billete de quinientos: tenía que ser un mapa…).

Pico de no sé qué, cueva de no sé cuántos, ruta de la migración de la golondrina emigrante, peregrinación al Santuario de Nuestra Señora del Quinto Pino… Cuando pregunté a cuál de todos esos sitios íbamos a ir, se me rieron y dijeron que  los íbamos a ver todos.

– Pero, ¿no íbamos a estar sólo un fin de semana? –me alarmé.

– Claro: es una ruta senderista para hacerse en un día –me explicó, paciente, mi esposa.

El caso es que yo miraba alternativamente al mapa y a las cuatro esquinas de la cafetería, a ver dónde estaba la cámara oculta. Y, comoquiera que nadie era un presentador disfrazado, acabé por rendirme ante la evidencia: Me esperaba una caminata indigna hasta para un caballo por caminos que, de obligar a una cabra a recorrerlos, los de Greenpeace nos denuncian por poner la vida del animal en peligro.

Vamos allá

Por más que lo intenté, mi familia me conoce ya demasiado como para creerse que, justo antes de una excursión, me he agarrado la gripe piscícola. De modo que me cargaron con la mochila y se aseguraron de que estaba calzado, vestido y con la visera puesta, para que no me quedaran excusas por las que regresar a la tienda.

Las dos primeras horas fueron… tolerables. Pero, en cuanto el camino se fue volviendo irregular y mis pies ya no pisaban la mullida hierba, empezó a dolerme todo y, entre ays, huys y cuánto queda cada diez pasos llegamos a lo que se suponía que era un mirador y que yo llamaría un barranco vallado precariamente. Allí almorzamos y tomamos un, para mí insuficiente, resuello.

Volvemos acá

Hala, más kilómetros. Comimos, como en la canción, a la sombra de los pinos que rodean una ermita. La familia aprovechó la breve sobremesa para visitarlo. Yo, para morirme un poco. Comenzamos el regreso, rodeando el valle, hacia el camping.

Y yo que creía que cuesta abajo y con la mochila aligerada de comida y agua todo iba a ser más fácil. Seis veces me fui de bruces, sin contar el testarazo que me di con una estalactita de la cueva que visitamos y sin cuya visión la excursión estaría incompleta. Pues yo puedo presumir de que no sólo vi la cueva sino también las estrellas desde su interior.

Llegamos. Cenamos. Dormimos. El domingo, herido y con agujetas hasta en los dedos, regresamos a la civilización. No quiero oír nada sobre ese sitio en lo que me resta de vida ¡Ay!

Yo estuve en Cancún y regresé para contártelo I

Yo estuve en Cancún, sí, una semana en un hotel con la oferta de todo incluido y aquí estoy, de nuevo, dispuesta a desvelarte todas las maravillas y defectos de un lugar que podría ser totalmente paradisíaco como la cercana Rivera Maya si no fuera porque es tal la explotación hotelera a la que le han sometido desde principios de los 70 que ya no queda nada de la gloria de aquella islita de pescadores rodeada de selva virgen y playas vírgenes de suave arena impoluta que se estiraba perezosa a la orilla del mar Caribe en los meses plácidos de calma y resistía valiente las temporadas de los furiosos huracanes que azotaban las copas de sus árboles. Continuar leyendo «Yo estuve en Cancún y regresé para contártelo I»

Baiona: un paraíso dentro del paraíso

Enclavado en las Rías Baixas gallegas, a apenas unos kilómetros de Vigo y a unos pocos –en otra dirección- de Portugal, Baiona tiene el privilegio de ser una villa donde se siguen ciertas tradiciones pesqueras, a la vez que se puede disfrutar de un ambiente de fiesta espectacular en un lugar dentro de cuyas calles puede todavía respirarse cierto aire medieval.

Vayamos por partes: quienes no sepan qué son o dónde están las Rías Baixas, han de localizarlas al Noroeste de España y suroeste de Galicia ¿Ya? Pues deje de mirar el mapa y póngase en camino, que los paisajes, gentes, gastronomía y variedad de actividades de la zona son maravillosos.

Baiona

Un pueblo pesquero, turístico e histórico

Una vez que sabemos dónde estamos, adentrémonos en lo que es –más bien era, con excepciones- un pueblo pesquero, de lo que dejan constancia un muelle donde siempre se encuentra algún pescador de caña a la buscas de “luras” (calamares); y una lonja que aún funciona, tanto para Baiona como para los pueblos limítrofes.

Es un lugar con Historia –sí: con mayúsculas-, como lo demuestra el antiguo castillo, convertido ahora en parte de la red de Paradores de España y, sobre todo uno de los más importantes reclamos turísticos, no ya de la población, sino de todo el entorno: la réplica de la Pinta, una de las tres carabelas con las que Colón llegó a a India y que arribaba de vuelta a la bahía de Baiona a finales del Siglo XV.

Fiesta y belleza

Hablábamos también de un lugar de ambiente inigualable, algo de lo que saben mucho los hosteleros de la zona, que ven cómo se llenan sus locales, sobre todo en verano, con turistas de todas las regiones y nacionalidades. En ese aspecto, es, también una zona de esparcimiento de muchos jóvenes de la vecina Vigo.

Hablando de hostelería, el buen manjar gallego es proverbial: mariscos, pescados y, en menor –poco menor- medida, carnes se alían para que los paladares disfruten de unos días de fiesta. La variedad de restaurantes, tantos en tipos como en calidades y precios es también grande.

Una Baiona para cada uno

Y finalizaremos –antes o después había que hacerlo- con las muchas actividades que se celebran o tienen su origen en Baiona, como las visitas al parque natural de las islas Cíes o la posibilidad de navegar hasta una batea, saber cómo se cultivan y tratan los mejillones y, a la vuelta, disfrutar de un plato de tal molusco acompañado de vino de la zona.

No cerramos el capítulo de actividades del mismo modo que no cerramos el de atractivos de la zona, ya que en Baiona, en las Rías Baixas, en Galicia… cada cual es muy capaz de averiguar qué y cuándo le apetece hacer.