Efectivamente, en esta preciosa y tranquila ciudad extremeña podemos encontrar una réplica del famoso edificio sevillano, construida en 1927 por el maestro Adel Pinna. Está situada en la emblemática Plaza de la Soledad, una de las más bonitas de la ciudad y que debe su nombre a la ermita de la Virgen de la Soledad, construida en honor a la patrona de la ciudad.
Pero estos dos edificios son tan solo dos muestras de todo lo que esta ciudad de origen árabe guarda para el disfrute de sus visitantes. Al llegar a Badajoz descubrimos una ciudad que parece más pequeña de lo que realmente es, tranquila y apacible. Una ciudad que invita a pasear y recorrer sus plazas y edificios contagiados por el pausado ritmo que nos rodea.
Qué no debe de perderse en Badajoz.
La ciudad oferta siete museos con temáticas muy diferentes. Entre tan amplia oferta cultural es fácil encontrar uno que encaje con nuestras inquietudes.
El recinto abaluartado, que se construyó en el siglo XVII para proteger la frontera con Portugal. No puede dejar de dar un largo paseo y contemplar alguno de los ocho baluartes que lo componen, así como sus fuertes, entre los que destaca el de San Cristóbal. Tiene cuatro puertas destacando la puerta de Palmas, más antigua que el resto de la construcción y que da al Puente de Palmas.
La Alcazaba y su recinto amurallado, de origen almohade y construida en el siglo XII es otra visita obligada cuando se viaja a la ciudad.
Visitas guiadas por Badajoz.
La ciudad en sí, con sus plazas y parques está llena de rincones maravillosos con edificios de gran valor arquitectónico e histórico. Para realizar todas estas visitas, Turismo de Badajoz organiza rutas guiadas en su página web, con diferentes recorridos dependiendo de la época del año.
Con estas visitas organizadas podrá incluso acceder al interior de edificios emblemáticos que permanecen cerrados para el público en general, o si lo suyo es el deporte participar de una excursión en bicicleta.
Oferta hotelera y gastronómica.
Badajoz ofrece una amplia oferta de hoteles y hostales que contentarán desde al viajero más sibarita hasta a aquel que busca una oferta muy económica.
En los numerosos restaurantes de la ciudad podrá degustar los productos típicos del campo extremeño como los cardillos o los espárragos; las morcillas y los platos a base de cabrito y cordero son también muy solicitados; y para postres o desayunos las calderillas, los hojaldrados de almendra y la técula-mécula, deliciosa tarta de yema y almendra.