Siguiendo los pasos de Gaudí por Barcelona

Muchos son los hijos predilectos que Barcelona ha dado al mundo. Pero si hay alguno que ha conseguido situar a Barcelona en el mapa, y por consecuencia a España entera, ese era Antonio Gaudí. Un genio adelantado a su tiempo y uno de los mejores arquitectos del mundo. El cual, sin acabar aun sus obras, como la Sagrada Familia, o sin conseguir con sus obras el proyecto del que partía, parque Güell, ha influenciado y revolucionado la arquitectura moderna.

La naturaleza como punto de partida

Gaudí se sumó a la oleada que invadía a principio del siglo XIX Europa. El modernismo invadió la arquitectura en ciudades como París o Berlín, con curvas y columnas abombadas que con la ayuda del hierro, se enredaban en la piedra como enredaderas. La influencia de la naturaleza y en sus estructuras anatómicas trasladadas a la construcción del hombre.

De esta forma Antonio Gaudí se sumó y convirtió en una figura clave del movimiento modernista, pero a diferencia de otros, él quiso implantarlo en Barcelona, en España. Todo un reto en aquella época pero que ha conseguido darle a la ciudad dos títulos de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO:

En 1984: Palacio Güell, Parque Güell y Casa Milá

Quizás no lo sabias, pero estos tres proyectos surgieron de uno solo. La idea era hacer un complejo residencial para familias inglesas, alejándolas así del bullicio del centro de la ciudad. La distribución era poner casas y dotarles a todas con un gran jardín común en el centro. Pero la idea pareció desafortunada entre las familias de la burguesía barcelonés del momento.

Así que el proyecto se quedó tal como hoy lo conocemos, un gran parque con elementos arquitectónicos propios de barcelonés al cual aunque se le llamo “La Montaña Pelada”, pronto se le empezó a conocer por el nombre de su mecenas, Eusebi Güell Bacigalupi.

En cuanto a la Casa Milá, fue un encargo de la familia del mismo apellido. En ella Gaudí no solo incorporo elementos hasta entonces no conocidos y de gran belleza, como pudiera ser las cerchas del desván, que parecen un esqueleto de madera. Si no que fue una revolución al contar con elementos tales como sistema de calefacción, parking subterráneo o riego automático.

En 2005: La Sagrada Familia

En verdad la Unesco declaro tanto la Catedral Modernista como las Casas de Batló y Vecens y las criptas de la Colonia de Güell en el 2005. Es difícil hablar de algo que no sepamos ya de la sagrada familia. Algunas cosas son que está inspirada en elementos de la naturaleza como las estalactitas y estalagmitas. Por eso la forma de su fachada y la estructura de su interior.

Aun sin terminar su obra, ya que la muerte le vino de manera inesperada por un accidente de tranvía. Esta obra se ha convertido en las más importante del arquitecto, quien justificaba su esmero y tardanza en terminar alegando hacia Dios “mi cliente no tiene prisa”.

Lo que también justifica que las torres de la catedral no superaran los 174 metros de Montjüich, la montaña catalana. Ya que el defendía que una creación del hombre nunca podía superar la propia creación de Dios. Un Genio hasta el final, Antonio Gaudí.

Camino francés: León-Hospital de Órbigo

De alguna forma, desde León se intuye la aún  lejana Santiago. Sea por el motivo que sea, la ciudad te anima a levantarte y a continuar el camino. No tiene una explicación racional. Sucede, y punto. Con esa sensación, una especie de alivio casi físico, me levanto y, a pesar de los callos y los dolores, retomo el camino.

En la trasera de la basílica de San Isidoro tomo a la izquierda y sigo por Suero de Quiñones hasta la plaza de San Marcos y avenida de Quevedo. Todo recto. Paso a vía del tren por un paso de peatones y casi sin salir de León he entrado en Trobajo.

En esta localidad, en la calle Sira tuerzo a la izquierda y llego a la carretera nacional, que atravieso para subir por la calle Camino de la Cruz. Una vez que atravieso todo el camino industrial, salgo  la N-120, que me lleva al santuario de la Virgen del Camino.

Visto el templo, cruzo la carretera y, tras despistarme debido a la mala señalización, me oriento y tomo a la derecha. Camino hasta una bifurcación, cuyo ramal más recto es el que debo seguir  y que es el que me lleva a Valverde de la Virgen y de aquí, tras un descanso, a San Miguel del Camino.

Como a siete kilómetros, está Villadangos del Páramo, donde repongo agua y como algo de fruta. Recupero fuerzas, pues aún me faltan unos cuantos kilómetros. Sigo adelante, sin abandonar la senda hasta San Martín del Camino,  lugar en el que me resisto a finalizar la etapa.

Al cabo de algo más de una hora me desvío  la derecha por Puente de Órbigo y Hospital de Órbigo. La localidad es punto de paso obligado de esta ruta jacobea, lo que hace de sus vecinos personas especialmente agradables y acogedoras.

Todo en Hospital de Órbigo tiene el sabor del Camino: desde el nombre en sí de la localidad hasta cualquier monumento o rincón. Tal es caso del antiguo albergue, en la plaza, en cuyo centro podemos ver un crucero.

Lo mejor de todo es la enorme cantidad de refugios que tengo para elegir, de modo que, casi al azar, me decanto por uno y, tras rendir visita a los rincones más importantes del pueblo, me retiro. Mañana hay más camino, más sol, más polvo… Y menos kilómetros hasta la ansiada Compostela.