Si estás pensando en hacer una escapada de fin de semana, Albarracín, en Teruel, es una magnífica idea. Considerado uno de los pueblos más bonitos de España, está propuesto para ser declarado Patrimonio de la Humanidad por su magnífico patrimonio histórico.
A medida que te vas acercando a Albarracín, a través de un agreste paisaje montañoso, ya se puede intuir la belleza que encierra entre sus murallas. Lo primero que llama la atención es el inconfundible color rodeno de sus casas, construidas con yeso rosa.
Disfruta del paseo tranquilo por sus estrechas calles y rincones pintorescos, observa detenidamente los escudos de sus fachadas, los elementos decorativos en forja de las ventanas, sus balconadas de madera, etc. Sin duda, tendrás la sensación de haber viajado a siglos anteriores.
Albarracín sobre un peñon rocoso
La parte más histórica y monumental de Albarracín ocupa un un peñón rocoso en forma de península, tajado por una profunda hoz excavada por el río Guadalaviar. Esta hoz subdivide a la zona histórica en dos partes: la Ciudad, con sus casas colgadas sobre los acantilados, y el Arrabal.
El recinto más antiguo, la Engarrada, en la parte más alta del peñón, está casi rodeado de murallas y presidido por los restos del castillo señorial. Junto a éste se encuentra la Catedral del Salvador (siglo XVI), construida en ladrillo al estilo mudéjar. Muy cerca está el palacio episcopal, con una elegante y blasonada portada barroca, cuya última reconstrucción data del siglo XVII.
Disfrutando de las murallas y sus puertas de acceso
Las murallas se encuentran en buen estado y conservan parte de su almenaje; están reforzadas por elevados torreones prismáticos y protegidas por otras torres más importantes, como las denominadas de doña Blanca y del Andador, de los siglos X y XI y de aparejo musulmán.
Entre los accesos al recinto se conservan el portal de Molina, de arco dovelado, y el portal del Agua, al amparo de un gran torreón, sobre cuyo arco puedes admirar una espléndida balconada. La puerta de Hierro comunicaba la Engarrada con el Arrabal, que surgió extramuros, y que después fue cercado.
Delante de la puerta de Hierro había una gran explanada en la que se celebraban los mercados; con el paso del tiempo se convirtió en la actual Plaza del Ayuntamiento, corazón de la ciudad. En esta plaza destacan las Casas Consistoriales, de los siglos XVI y XVII, y los magníficos balcones de madera de los edificios que cierran la plaza por otros costados.