Existen pueblos y lugares en España cuyos nombres hacen volar la imaginación con tan solo escucharlos. Nombres que nos hacen pensar en cual sería el origen y quién y por qué habrá bautizado de esa forma a una población en concreto.
Esto son dos lugares que me han llamado la atención y la leyenda que esconden. En la mayoría de los casos historia e imaginación se cruzan y es difícil saber qué parte hay de verdad y qué parte corresponde a cuentos que se han ido transmitiendo, pero ¿a quién le importa la realidad cuándo hay una bonita leyenda?
Aldea del Rey Niño
Está situada en la provincia de Ávila y su origen se remonta a la época de los romanos. Cuenta la leyenda que en el siglo XI, Doña Urraca, viuda y madre de un hijo, sube al trono de León tras la muerte de su hermano. Convertida en heredera es obligada a contraer matrimonio nuevamente. Pero pronto descubre que su nuevo esposo quiere matar a su hijo para hacerse con el trono. Un grupo de nobles que conocían los planes del noble, se llevan al joven Alfonso y lo van escondiendo por diversos lugares para evitar que sea asesinado.
Uno de estos sitios resulta ser el Palacio de la Serna, a un kilómetro de esta aldea. Se dice que el joven rey paseaba por el pueblo como un aldeano más para evitar ser reconocido. Finalmente el joven se salvaría y subiría al trono como Fernando VII de León.
Cerro de La Encantada en Santa Cruz de la Zarza (Toledo)
La leyenda de La Encantada se repite en múltiples lugares de España y podemos encontrar muchos sitios que hacen referencia a esta historia. En cada zona se cuenta de diferentes formas, pero la base siempre es la misma. Incluso en los lugares dónde han estado los árabes, existe la leyenda de La Mora Encantada, que es una versión adaptada de la anterior.
Todas las leyendas de La Encantada hablan sobre una mujer que se aparece la noche de San Juan y que peina sus cabellos mientras se refleja en un espejo. En este caso una de las más populares en Santa Cruz, pues existen varias versiones, habla de Juliana, la hija de un noble que se iba a desposar. En la víspera de San Juan esperaba impaciente a su amado temiendo que le hubiera pasado algo debido al mal tiempo, cuándo una gitana con un bebé en sus brazos llamó a la puerta para pedir que le dejaran refugiarse.
La mujer, enfadada y nerviosa por no saber de su prometido, no le permite entrar y la echa con malos modos, por lo que ella la maldice diciendo que el castillo será destruido y ella desaparecerá durante todo el año, pudiendo tan solo mostrarse la víspera de San Juan.
El mal tiempo se transforma en tormenta y un rayo destruye el castillo. El caballo del hombre al que esperaba aparece solo y pronto descubren que ha muerto despeñado. Juliana se vuelve loca tras eso y se cuenta que su imagen sigue apareciendo, esperando ver llegar a su enamorado todas las vísperas de San Juan, en el mismo cerro dónde se levantó un día su castillo.