Teruel es uno de los sitios más bonitos donde he recalado alguna vez. Una ciudad tranquila, de proporciones humanas y cuya gente tiene un carácter amigable y amable. Este pequeño lugar encierra todo el encanto consservado por siglos de cierto aislamiento geográfico; no en valde la ciudad está situada sobre un risco y hasta bien entrado el siglo XIX era muy difícil extender la ciudad por unas laderas tan empinadas.
Tan difícil era el acceso que durante mucho tiempo, en las últimas décadas, los turolenses han luchado contra el olvido institucional que deprimía la ciudad y la provincia. Hasta hace poco Teruel no contaba con unas infraestructuras en condiciones, lo que hacía que fuera una de las provincias más pobres de España.