Un pueblecito encantador: Lois, León

Existe un tesoro arquitectónico en las montañas leonesas, donde en un pueblecito de escasos habitantes la naturaleza ha hecho maravillas en combinación con su clima y su tierra, este pueblecito llamado Lois contiene un conjunto histórico y una iglesia parroquial donde en un tiempo de grandeza no pasó inadvertida.

Este pueblo, observado desde lejos y superficialmente parece no tener nada extraño en comparación con otros tantos pueblos, pero al ir visitando sus calles, sus edificios señoriales y su patrimonio en general, la sorpresa va en aumento.

La catedral de la montaña, que así le llaman a la Iglesia de Lois fue construida con piedra de mármol rojo veteado y sin pulir, una construcción sólida que con los siglos no ha perdido su encanto.

En su misma fachada contiene un reloj de sol que en la antigüedad como ahora sólo indica el amanecer, el mediodía y el atardecer, muy común en aquella época. En su interior se registran hermosas tallas, piezas de orfebrería y en la cúpula pinturas del estilo rococó donde representan a cuatro mujeres bíblicas reconocidas.

La Casa del Humo es otra de las opciones para visitar en este hermoso pueblo, la principal característica de esta vivienda era y es no tener chimenea y su techo que está formado por una cubierta vegetal muy habitual en muchos pueblos de la comarca leonesa, en la parte interior de esta vivienda aún quedan patentes donde hacían la vida con su losa situada en el centro en la que se preparaba la lumbre para cocinar y las cadenas para sujetar el caldero donde se cocinaban los alimentos.

La Casa de los Reyero o Casa de los Mayorales es un ejemplo de palacio, con formas elegantes y construidas de piedra caliza rosada de misma región. El Palacio de los Castañones, construido a principios del siglo XVIII y que por los avatares del tiempo tuvo que ser reconstruido a finales del siglo XIX.

Por la cantidad de molinos harineros que había en la zona, siendo su fuerza motriz el agua, tenían que fabricar dichos molinos en las riberas de los ríos, expuestos a  las inundaciones de la época, ya que la fuente primordial de alimentación, tanto para humanos como para sus ganados eran estos molinos, pero a finales del siglo XIX con la llegada de la revolución industrial se construyó La Fábrica de la Luz con la finalidad de que pudieran moler el grano de sus cosechas de forma segura y al mismo tiempo tener luz en sus hogares.

Aunque este pueblo sea pequeño tiene su gran historia, donde podremos empaparnos un poco más de la cultura de nuestra tierra, sin olvidar los hermosos paisajes que lo rodean, con hermosas vistas.