Los motivos para seguir la Ruta Jacobea o Camino de Santiago varían de unos a otros peregrinos: desde un viaje de descubrimiento espiritual hasta el mero gusto por el arte. Como la cuestión de la espiritualidad queda un poco fuera de nuestro ámbito, recalcaremos la del arte.
Y la de los paisajes. Y la de las gentes. Y la de la gastronomía. Y… ¿Nos va a caber todo en un solo artículo? Bueno, vamos a destacar apenas una de estas facetas en alguna de las etapas del Camino. Tiempo habrá de comentar más aspectos y más profundamente.
Comencemos por el arte: cierto que la Ruta Jacobea está jalonada de arte románico, el que imperaba cuando se iba estableciendo la ruta. Pero no es menos cierto que algunas construcciones se salen de la sobriedad románica, alzándose al cielo como agujas entre dedales. Tal es el caso de la catedral de León, ejemplo de gótico francés puro en España, construida a imagen de la catedral de Reims, sólo que a un tercio de su tamaño.
La “Bella Leonesa” y la senda que conduce a ella
Entrar en la catedral de Santa María de La Regla o la Pulchra Leonina, que ambos nombres recibe también, es hacerlo a un lugar donde las bastas paredes románicas se han convertido en vidrieras, que parece “flotar” y hace que el peregrino, ya casi agotado por el largo camino recorrido desde Roncesvalles, retome las fuerzas inundado e hipnotizado por la luz y el color, ya que no de los músculos, de un espíritu que, en algunos casos, no creía poseer.
Hemos dicho que también hablaríamos de paisajes, pero los de Camino Francés son tantos y de tal belleza que se hace complicado elegir sólo uno. Hagamos el esfuerzo… Nos quedaremos con los del inicio del camino, obviando, para mejor ocasión, los del Bierzo o los gallegos.
Cuando caminamos por las sendas de Roncesvalles, no podemos por menos que apreciar unas vistas que en algunas ocasiones no pueden diferir en exceso de las que sobrecogían a los peregrinos del Siglo XIII. Con la diferencia de que ahora es poco probable que se dé el ataque de alimañas o que los bandidos te asalten en un camino. Disfrutemos de un paisaje verde y acuático que se transformará en mucho más árido cuando hallemos Tierra de Campos.
Un reconstituyente en el último tercio del Camino
En cuanto a la gastronomía, y a sabiendas de que en España se come mucho y bien, hemos tenido que hacer una criba durísima… Es injusto mencionar sólo un manjar, pero, como hemos decidido que así sea, vamos a quedarnos con el potente botillo del Bierzo. Se trata de un embutido de cerdo, tradicional de esta comarca fronteriza entre León y Galicia capaz de llenar el más grande de los estómagos y saturar de sabor intenso al más insensible de los paladares.
En lo que no podemos cumplir la promesa es a la hora de hablar de las gentes que nos acogen en la ruta jacobea: no es más ni menos un navarro, que un castellano, un gallego cualquier otra persona acostumbrada a abrir puertas y corazón ante el agotado y polvoriento peregrino.
Más adelante, más.