Hoy, el único impedimento va a ser el calor, puesto que la etapa en sí es facilísima: todo llano y por caminos relativamente cómodos.
Dejo Boadilla y tomo una pista a la izquierda que me lleva al camino de servicio del canal de Castilla, obra desde la que trescientos años me contemplan y que se usaba tanto para regar como para transportar mercancías. Cruzo el canal y llego a Frómista.
Lo más reseñable de la localidad palentina es la iglesia de San Martín, la de San Pedro y la de Santa María del Castillo. Vistos los tres templos, salgo hacia Campos, para lo que tomo la carretera provincial P-980 y atravieso dos puentes sobre sendas carreteras y llego al camino peatonal paralelo a la carretera que he estado siguiendo.
Paso a paso, sin mayores sobresaltos, llego a Campos a cuya entrada, a la izquierda, está la ermita románica de San Miguel. Una vez dentro del pueblo, me recomiendan visitar la ermita del Socorro y la iglesia parroquial de la Magdalena de estilos románico y barroco, respectivamente.
Una ruta alternativa
Salgo de Campos y, antes de cruzar el río, por alejarme de la carretera, tomo la ruta alternativa de Villovieco, por cierto, muy bien señalizada. Siguiendo el camino, alcanzo Villarmentero de Campos.
Una vez en Villarmentero, me detengo en un área de descanso. Allí repongo fuerzas. Agua, fruta y una charla agradable con otros peregrinos. Arriba. Camino hasta Villalcázar de Sirga. Todo recto Todo llano. Lástima que el sol se empeñe dificultar la caminata. Esta localidad nos ofrece la iglesia de Santa María la Blanca, del siglo XIII, son una talla de la Virgen de tal época.
Un final de etapa pospuesto
Adelante hasta Carrión de los Condes, donde pensaba descansar, pero la suerte ha querido que no encuentre albergue, de modo que avanzo parte de la etapa de mañana. Por fortuna, estoy relativamente fresco. No quiero pensar qué habría sucedido se haber pasado esto en, digamos, O Cebreiro.
Ando entre cereales hasta Calzadilla de la Cueza, dejando a la izquierda el monasterio-hotel de San Zoilo. En la rotonda, segunda salida, sigo recto (sueno como un GPS…). Dejo atrás Villotilla y Bustillo del Páramo. Recto, plano, hasta Calzadilla de la Cueza lugar que no veo hasta que casi he entrado en él, ya que está oculto en una hondonada.
De origen romano, vale la pena darse una vuelta y descubrir sus rincones, que de otra forma estarían reservados a sus 60 vecinos. Me voy al albergue. Dentro de no demasiado, me esperan etapas más duras y el calor no parece que vaya a remitir.