Comarca de Níjar, belleza natural entre la montaña y el mar.

El Campo de Níjar es una comarca almeriense de particular belleza y un lugar perfecto para pasar unos días de tranquilidad, lejos del ajetreo y el estrés de la vida diaria, disfrutando de todo lo bueno que ofrece esta comarca.

Atrás quedó hace mucho tiempo la extrema pobreza que narraba Juan Goytisolo en su obra Campos de Níjar. Permanecen la hospitalidad de sus gentes, sus espectaculares paisajes, marítimos y montañosos,  y su duro clima.

Campos de Níjar

Parte de la comarca pertenece al Parque Natural Marítimo  – Terrestre del Cabo de Gata – Níjar, un espacio protegido de treinta mil hectáreas que cuenta con algunas de las pocas playas vírgenes que sobreviven en España. Estas maravillosas playas hacen soportable el intenso calor del verano almeriense.

Níjar, pueblo deslumbradoramente blanco.

El término municipal de Níjar es uno de los más grandes de España y engloba a varios núcleos poblacionales. El pueblo de Níjar propiamente dicho está situado en las estribaciones de la Sierra Alhamilla,  a 30 km del mar. Es un bello pueblo de clara influencia árabe, con empinadas y estrechas calles y casas de un deslumbrante color blanco.

Al color blanco de la arquitectura de Níjar se contrapone el colorido de sus característicos productos artesanales: las jarapas y la cerámica. Las jarapas eran fabricadas con tiras de trapos de diversos colores, entretejidos con hilos, y por su fortaleza se utilizaban como soporte del colchón o como mantas. Hoy, realizadas con nuevos estilos, se utilizan principalmente como alfombras.

Los Albaricoques y Huebro, algunas de las localidades de Níjar.

Aunque hay localidades de Níjar típicamente turísticas, como San José y Agua Amarga, merecen también una visita las más pequeñas. Entre ellas está Huebro, encaramada en la sierra y desde donde se divisa todo el Campo de Níjar y el mar… de invernaderos. Gracias a su manantial se embalsaba y distribuía agua a todo el valle; actualmente conserva 19 norias.

Los Albaricoques es conocido porque en los años 60 y 70 se rodaron varias películas del oeste, entre ellas La muerte tenía un precio. Los nombres de las calles de este pueblo están dedicados a actores y directores del cine western y en ellas han situado carteles explicativos sobre las películas y escenas grabadas. En un hostal del pueblo hay un pequeño museo que hace un recorrido por lo que significó el cine western para esta pequeña localidad.

Partiendo de los Albaricoques sale un camino de tierra que pasa por un cortijo donde se pueden ver antiguos aljibes, infraestructuras hidráulicas imprescindibles para almacenar agua y sobrevivir a interminables sequías. Este camino conduce también al Cortijo de los Frailes, actualmente abandonado, escenario de los sucesos que inspiraron a Federico García Lorca su obra Bodas de Sangre.