El tradicional Concurso Internacional de Fuegos Artificiales de San Sebastián-Donostia cumple 50 años.
La idea surgió en 1963 desde el Centro de Atracción y Turismo de la ciudad. Se planteó como una manera de ofrecer un premio a las empresas pirotécnicas que se trasladaban hasta allí para ofrecer sus espectáculos en las fiestas de la Semana Grande.
De esta manera se garantizaba que cada año el espectáculo de magia y color ganara en calidad para poder optar al premio y así poco a poco compañías extranjeras de renombre se sintieron atraídas a participar trayendo sus innovaciones. Pronto esta aventura fue secundada por otras ciudades como Blanes, Cannes en el 67 y Mónaco en el 69.
Rodeado de una belleza natural
Una de los mayores atractivos de este certamen y que lo hace único para los miembros que componen su jurado es la vista espectacular que les ofrece la habitación desde donde los observan en el Hotel Londres.
Desde allí tienen una vista magnífica de los jardines del Alderdi Eder, el lugar desde donde se lanzan los fuegos. Además, su reflejo en el agua del mar les hace doblar el efecto de la luz.
Los expertos tienen en cuenta factores como la originalidad, la intensidad del fuego, la novedad de los efectos, las figuras que los fuegos crean en el cielo, la armonía con la que se lanzan y, también, la combinación que crean el sonido y la luz.
Referente dentro y fuera de nuestras fronteras
Este concurso es el referente de otras exhibiciones, tanto en España como fuera, llegando a recibir en 1984 la visita de una delegación canadiense (país que actualmente acoge a los tres concursos más importantes del mundo en las ciudades de Toronto, Montreal y Vancouver) que estuvo interesándose por cómo se organizaban.
El gran espectáculo de luz y pólvora se ha mantenido como referente principal en los festejos de la Semana Grande donostiarra a pesar de todos los cambios que ha habido durante estos 50 años. A pesar de que ahora hay muchas más actividades sigue siendo el núcleo de estas fiestas.
En 1982 se reconoció al pirotécnico Mario Igual el gran mérito de ganar cinco veces consecutivas el certamen concediéndole el Tambor de Oro.
Y una sorpresa final
Una tradición que se mantiene año tras año y que culmina con otra tradición, la de ir a tomar un helado tras la contemplación de los fuegos.
Esperemos que sigamos disfrutando de espectáculos tan soberbios como los que hasta ahora hemos podido ver.