Dos son las excursiones ineludibles que debes realizar si estás pasando unos días en Cancún: Tulum y Chichen Itza. De hecho, según pones el pie en el hall del hotel te acribillarán con publicidad para que te apuntes cuanto antes a una de ellas o a las dos.
Deciros que nosotros hicimos la excursión hacia Tulum por nuestra cuenta a pesar de que nos amenazaban con mexicanos caníbales que esperaban en las afueras del hotel a turistas como nosotros y un sacrificio maya en directo si conseguíamos escapar de ellos y llegar a las ruinas.
No digo que no haya que ir con cuidado con el pasaporte cosido sobre la piel del estómago y la cartera en el forro de… del bolsillo del pantalón, pero si te meten tanto miedo es única y exclusivamente porque si vas por tu cuenta te costará la mitad, verás lo que tú quieras y ellos no se llevarán el dinero.
Hay autobuses públicos que salen de la ciudad de Cancún y te dejan en las mismas ruinas de Tulum. Lo único que tienes que tener bien claro es el horario de regreso y memorizar esta regla de oro a fuego: cuando te subes a un autobús público en Cancún éste arranca apenas has levantado el segundo pie del asfalto, a veces incluso cuando sólo has hecho el intento; así que agárrate a la barra de metal como si te fuera la vida en ello, ya que, en cierto modo, es así.
Luego buscas sitio, te sientas y disfrutas del viaje. Alucinante observar cómo paran en medio de la carretera cuando una persona levanta la mano y les llama. Hay paradas oficiales, claro, pero o algunas eran invisibles para los ojos españoles…
Tulum
Es un impresionante asentamiento arqueológico cuyo nombre original en maya era Zamá (amanecer) y que ahora recibe el nombre de Tulum (muralla). Está ubicado dentro del Parque Nacional de Tulum, la única Área Natural Protegida terrestre en el corredor Cancún-Tulum que cada vez está perdiendo más terreno por culpa del turismo invasivo.
Como su nombre actual indica, es una ciudad protegida con una muralla. Los edificios están en muy buen estado de conservación; algunos datan del año 564 aunque la mayoría están fechados entre 1200 y 1450, fecha en la que fue abandonada, como ocurrió con todas las poblaciones mayas, por la ocupación de los colonizadores españoles. Son todos impresionantes, aunque destaca el templo de los Frescos, el Palacio y El Castillo.
El Castillo
Es el edificio más representativo de las ruinas, de hecho aparece en las postales y fotografías más hermosas de la Rivera Maya ya que es muy bonito: se yergue orgulloso sobre el acantilado, pequeño pero lleno de magia y misterio ya que su función no está clara del todo aunque todo apunta a la interpretación de la arqueóloga Pilar Luna que considera que era un faro que permitía a los navegantes mayas sortear el peligroso arrecife de coral que rodea la zona, el segundo más largo del mundo.
Según la especialista, cuando los navegantes se acercaban a Cancún navegaban mar abierto paralelamente al arrecife de coral y al divisar El Castillo sabían que había llegado el momento para tomar el canal que atraviesa el arrecife y así llegar sanos y salvos a la costa. Por eso, El Castillo tiene dos ventanales: de día la luz natural brillaba a través de ellos y de noche encendían antorchas que se veían mar adentro como la luz de un faro.
Consejos
Debajo del pequeño acantilado hay una playita de arena fina y blanca en la que te puedes dar un baño refrescante; ten cuidado, eso sí, ya que como te he dicho en otras entradas el mar es más peligroso de lo que parece y la corriente arrastra. Las instalaciones tienen baños así que podrás cambiarte de bikini si no tienes tiempo para que se te seque al sol.
No vayas un domingo ya que la entrada es gratuita para los residentes en la zona y habrá mucha gente; mejor entre semana.
Son unas ruinas muy agradables de ver ya que aunque son un indudable atractivo turístico no están masificadas como Chichen Itza y no te acosan vendiendo baratijas.
Una de las cosas que más me gustaron fueron los coloridos pajaritos que anidan en los árboles que hay entre los edificios y las iguanas, presentes en las ruinas al igual que en las del Rey como estatuas de piedra gris. Rara es la foto en la que no se cuela una; fijaos bien ya que aunque no se vean a simple vista, asoman por docenas de las ventanas, grietas o toman el sol tranquilamente en lo alto de alguna escalera.