El Lugar de los Espíritus Benévolos

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Nos encontramos al Suroeste de Zimbawe, en la encantadora ciudad de Bulawayo. Tras pernoctar allí, viajamos a treinta kilómetros en dirección Sur y nos encontramos en el parque nacional de Matobo.

La reserva abarca un área de cuatrocientos veinticinco kilómetros cuadrados dentro de Matobo Hills, de unos tres mil. Más que de Historia, hemos de hablar de prehistoria, ya que las formaciones nacieron hace sobre dos mil millones de años, cuando afloraron las vetas graníticas, dando lugar al sobrecogedor paisaje rocoso, de enormes moles y cantos rodados o kopjes.

Balancing Rocks in Matopos

La vegetación del parque presenta una variedad tal que es sólo comparable con su fauna: más de ciento setenta y cinco especies de aves, entre las que se cuenta un buen número de águilas negras; ochenta y ocho de mamíferos; treinta y nueve de serpientes y dieciséis de peces.

Un Arca de Noé con algo más que parejas de animales

De entre las especies de mamíferos cabe destacar, por su belleza y, en según qué caso, por su escasez, al rinoceronte blanco y al negro, el impala, el antílope sable, la cebra, la jirafa, el ñu y el leopardo. Menudo safari fotográfico…

Pero, además de la innegable riqueza natural, el parque también lleva la huella del ser humano, eso sí, en el mejor de los sentidos: Matobo es un muy destacado enclave de pinturas rupestres que datan de hace unos trece mil años. Están consideradas, de hecho, patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Un lugar mágico

Los restos arqueológicos se hallan repartidos entre las cuevas de Nswatugi, Pomongwe, Mjelele, Inanga y Bambata. El misterio de estas cuevas nos atrapa nada más entrar en ellas, nos sobrecoge y nos hace pensar en cómo vivirían aquéllos que las habitaron.

La reserva es un lugar en el que la Naturaleza se muestra en todo su poder, nos enseña hasta qué punto puede ser mágica. Enormes formas redondeadas en un equilibrio que desafía la ley de la gravedad y que desde la distancia hacen pensar en el sueño de un arquitecto loco. Descomunales esculturas, caprichos del viento que, de cerca, nos hacen ver un corazón, la cabeza de un elefante o una familia…

El Lugar de los Espíritus Benévolos

Es entre estas colinas donde se hallan escondidas las cuevas a las que nos hemos referido, y en las que podemos ver la representación de cazadores, jirafas, elefantes… tal y como se los retrataba hace ciento treinta siglos.

No en vano el conjunto recibe, por parte de una de las etnias de la zona, el nombre “El Lugar de los Espíritus Benévolos”…