Como si hubiéramos arrojado una moneda a la Fontana de Trevi, regresamos a Roma. Tal vez porque en lugar de uno, son dos los óbolos que hemos arrojado al agua y nos hemos enamorado de tan bella dama italiana: la Ciudad Eterna. Y, como enamorados, queremos saber más de ella. Saberlo todo, porque todo nos va a gustar.
Hoy le preguntamos a Roma por su pasado, por su niñez. Y ella nos relata un recuerdo de su infancia: nos habla de sus amigos, de sus creencias, de cómo se divertía y de las noticias y cotilleos que recuerda. Nos habla del Foro Romano.
Se trata del lugar don de se desarrollaba la vida pública y religiosa de la antigua Roma, de su niñez. Junto con el Coliseo es la mayor muestra que exhibe, orgullosa, de los que fue el Imperio Romano. Roma es así: bella desde siempre y orgullosa de su pasado y de su presente.
El olvido y la vuelta al origen
Pero no todo fueron días de gloria para el Foro, matiza la bellísima italiana. Recuerda que con cierta tristeza el lugar caía en el olvido al finalizar el Imperio y que, aunque ya desde el siglo XVI ya se sabía de él, no fue hasta el XX cuando se realizaron las excavaciones para sacarlo a la luz.
“¡Con lo que costó construirlo! Corpo di Bacco!”, se indigna. Hasta enfadada es arrebatadora. Y no es extraño que se moleste por el abandono de siglos: no fue fácil construir el lugar, ya que antes lo ocupaba una ciénaga que hubo de dragarse mediante la Cloaca Máxima, uno de los primeros sistemas de alcantarillado del mundo.
Tras siglos, el Foro sigue siendo espectacular
El caso es que el fruto de la obra fue espectacular. Aún hoy se conservan varios templos (Venus, Saturno, Vesta, Rómulo… ), por no hablar de otros puntos de interés que Roma menciona, entrecerrando los ojos, entre vanidosa y nostálgica.
La ciudad sonríe al recordar cuando se hablaba latín en la Via Sacra, su calle principal, la que comunicaba la Plaza del Campodoglio y el Coliseo; el arco que se construía para conmemorar la victoria de Tito en Jerusalén así como el que conmemoraba los tres años en trono de Severo Septimio.
Templos y basílicas
Roma se yergue, presumida, cuando habla de la parte mejor conservada del Foro: el templo de Antonino y Faustina, que compara con la ya casi inexistente basílica de Majencio y Constantino… “¿En qué estaba pensando el arquitecto de uno de los edificios más importantes del Foro?”, masculla Roma.
Claro que el enfado se disuelve en orgullo cuando piensa en la columna de Focas, levantada en honor del emperador de Bizancio del mismo nombre y que lleva quince siglos en pie. Y el orgullo alcanza proporciones casi pecaminosas cuando menciona que, en su seno se dada uno de los sistemas políticos más avanzados de la época: en la Curia se reunían los senadores para tomar las decisiones que le afectaban a ella y a su pueblo.
Cuando le comentamos que ir a verla y no visitar su Foro es como ir a París y no ver la Torre Eiffel, Roma nos ensarta con la mirada: “¿París? ¿Quién en esa?”