La Coruña: una ciudad donde hay algo más que lluvia

Cuando vine por primera vez a La Coruña, pensando que lo que decían por la tele y la radio era verdad, pensando que en el norte de España solo llueve, me quede enamorada de esta tierra tan especial ahora para mí.

Yo siempre había ido de vacaciones a lugares de la zona mediterránea, como Tarragona, Valencia o Málaga… pero fue venir aquí de vacaciones y darme cuenta de que los mitos no son siempre verdad.

Cuando los mitos no son siempre verdad

En La Coruña la verdad es que sí que llueve, pues no vamos a engañarnos, pero es que si no fuera así no tendrían esas montañas verdes, ni esos parques llenos de vida verde que incluso en pleno verano todo sigue verde… pero no siempre llueve claro está.

Y cuando hace sol y los pájaros cantan, entonces todo el mundo sale a la calle, a la playa y a todos lados, viven más que en cualquier otra ciudad.

Además los días son más largos que en Barcelona.

El tiempo también es mucho mejor, no hace calor aplastante ni frío congelante, así que puedes aguantar mejor tanto el verano como el invierno, por ello, a mí me gusta más vivir ahora aquí.

En cuanto al precio de las cosas, debo reconocer que el cambio ha sido brutal, sobretodo en la comida. Digamos que lo que me podía gastar allí en un mes en comida aquí puedes estar comiendo de mejor calidad y durante 2 meses lo que allí gastaba en comida durante los dos meses en comida normal(bistec, carne picada, merluza, rape…) mientras que aquí comemos mas calidad durante el doble de tiempo que allí, comidas como por ejemplo: rodaballo, san martiño, percebes, entrecot con solomillo (porque aquí no lo separan como en Cataluña), y muchas más cosas que allí jamás había podido probar por el precio tan caro que tienen.

Por todo esto y por muchas cosas mas (como sanidad, educación, servicios, precio del transporte y un largo etc. de cosas), debo decir que me gusta mucho La Coruña, tanto para vivir como para venir en vacaciones, además los habitantes gallegos son muy amables y se vuelcan hacia la persona que está visitando su tierra.

En realidad, he estado muchos años viniendo de vacaciones… hasta que ahora ya he podido venir aquí a vivir, y tengo que reconocer que aquí se vive mejor por lo que os recomiendo que vengáis aquí de vacaciones y podáis comprobar por vosotros mismos lo que os estoy aquí contando.

Vigo, Historia oculta

Uno de mis motivos favoritos para viajar son los conciertos. Es más: si mi economía me lo permitiera, acabaría por disfrutar de una docena de ellos al  año. Pero como no es así, los grandes conciertos de mi vida se reducen a media docenita, en lo que he vivido hasta hoy.

Uno de esos directos lo protagonizaban la banda de rock alemana Scorpions, en Vigo. Da la casualidad de que por entonces, a pesar de que mi hermana vivía allí y mis padres tenían una vivienda cerca, yo no conocía la ciudad, de modo que me escapé para unos días, como cinco o seis.

Con la casa de mi (santa y paciente) hermana como base, el primer día, nos fuimos de paseo por la llamada Ciudad Olívica (el olivo es el árbol que se asocia con Vigo desde que en el S XIV los templarios plantaran uno en el atrio del templo de Santa María, que sobrevivió a la presencia de los caballeros en la ciudad).

Del Medievo al siglo XXI

Aunque se trata de una ciudad netamente industrial, portuaria, más bien, Vigo posee rincones encantadores. Tal es el caso del Casco Vello, con su plaza de A Pedra o la Concatedral de Santa María. Este centro histórico está declarado Bien de interés cultural como conjunto histórico por la Xunta de Galicia.

Es también delicioso el paseo por la Alameda, cerca del puerto deportivo y justo al lado del mencionado Casco Vello. Un lugar de caminata tranquila entre magnolios y camelios o de bullicio nocturno, entre sus numerosos bares.

Contrastes deliciosos

Otros puntos de interés turístico son la Porta de sol con su –para mí horrible- “Sireno”; el Monte do Castro, segunda mayor zona verde de Vigo donde quedan restos de edificaciones castrenses de la Edad de Hierro; así como las calles Príncipe, Urzáiz y Gran Vía, epicentro comercial y de ocio de la ciudad.

Me dejo en el tintero muchos lugares de interés, pues en aquella visita así lo hice. El viaje siguió por la noche, con el concierto, espectacular, de Scorpions en el Pabellón de “As Travesas”. Volví a casa con una ronquera como no había sufrido nunca ni he vuelto a padecer.

Dedicamos los siguientes días a visitar los alrededores de la ciudad, curioseando aquí y allí: Baiona, Cangas, Porriño… de modo que esa primera toma de contacto me supo a muy poco. Lo que no podía saber es que, años después, me sacaría el carnet de conducir en Vigo. Y, mira: es otra forma de conocer la ciudad, a sus ciudadanos y, llegado el caso, acordarse de sus antepasados. Pero esa es otra historia.