Yo estaba convencido de que ya no quedaba gente así entre el famoseo y la jet set. Una tipejuela, más pija que las manchas de Snoopy –no me preguntes quién es: de las vidas ajenas me entero lo justo- “de viaje solidario”.
Yo creía que esos viajes en los que las famosas se retratan rodeadas de negritos o, como es el caso, chinitos eran cosa de los Noventa. Y ya casposas para la época. La mujer en cuestión, llamémosla… “Señora Famósez” parece ser que ha viajado hasta un país asiático para llevarle el cariño la solidaridad de Occidente –esfuerzos he de hacer para contener las carcajadas-.
Y ha posado para las fotos, claro: en una, rodeada de niños, con una frondosa selva de fondo, una sonrisa Profidén más falsa que un billete de quince con setenta y un modelito de color lavanda, ligerito, como el texto que acompaña a las fotos (¿cómo se puede contar la visita a un país en apenas cien palabras?).
Fuera de lugar
En otro posado, viste unos pantalones caqui, con chaqueta de camuflaje y salacot del tipo Coronel Mandioca. Y en un tercero, esto ya es el delirio, la Señora Famósez lleva unos zapatos de tacón más aptos para una fiesta de Ferrero Rocher que para medio enterrarse en mitad de un claro de la selva.
Claro que lo que ya es el absurdo por el absurdo llega cuando leemos los pies de foto con supuestas declaraciones de esta analfabeta con balcones a la calle: “Visitar Achilipurdistán del Sur es una experiencia muy positiva para darnos cuenta de lo que es pasar hambre”. Vaya. Habrás pasado mucha con todo el equipo y equipaje que te has llevado.
Viajar con los ojos cerrados
Otra, simplemente incalificable: “Se nota que ha sido un país en guerra: está todo en ruinas y la gente está muy triste”. Pero vamos a ver, solidaria de postal: ¿no se te ha ocurrido que las bombas y los disparos destruyen los edificios y hacer pupita a quien está dentro? ¿No te has parado a pensar (no, claro: ¿Pensar? ¿Tú?) que, quien más quien menos, ha perdido a alguien en un acto que nos sitúa por debajo del peor de los animales, como es la guerra?
Sin embargo, la buena señora no ha caído en que en ese país se fabrica un queso extraordinario, un aceite de paladar inenarrable y que, además, pueden visitarse varios templos milenarios. No, claro: no ha caído porque el viaje se lo ha pagado, junto con un jugoso extra, la revista “¡Hala!”, interesada sólo en las fotos de la mujercilla ésta.
El día que le pague el consorcio turístico de Achilipurdistán del Sur, tal vez la veamos ordeñando una cabra, sonriendo ante un olivo o diciendo que rezar en esos templos es casi una experiencia religiosa. En fin.