Así se definía el maestro del pueblo ante una vecina que lo alababa en la inolvidable película de culto Amanece que no es poco. Es una de las muchas frases que los incondicionales aficionados a la película de José Luis Cuerda repiten hasta la saciedad, conforme al código semisecreto construido espontáneamente a lo largo de años y años de visionado (normalmente a horas insospechadas en la 2 de TVE).
Aunque el pueblo de la película no es sino un microcosmos anónimo y castizo de las relaciones humanas, los más atentos localizaron los escenarios de rodaje en los títulos de crédito, e iniciaron un lento goteo, léase peregrinación, que los llevaba a los pueblos que acogieron el rodaje, sus ciudades santas: Ayna, Liétor y Molinicos, recónditos rincones de la serranía del Segura y del valle del río Mundo. Continuar leyendo «(Turismo) rural, Elena, rural…»