El regreso al destino

Todos conocemos a alguien, o puede que incluso sea tu caso, que año tras año regresa al mismo lugar por vacaciones. El mío lo fue durante tres o cuatro años. Cada mes de agosto, la familia se subía al Peugeot 505 y, con mi padre al volante, nos dirigíamos a un minúsculo pueblo pesquero: Combarro.

Aunque soy joven, estos recuerdos datan de hace unos treinta años, de modo que los ojos del niño que era entones distorsionaban la realidad y el tiempo distorsiona el recuerdo. Pero no quiero ofrecer los datos exactos que sin duda Internet puede arrojar: se trata de un artículo de recuerdos, de añoranza de un tiempo feliz a pesar de que el actual no me es adverso. De regreso a cuando no sabía que algún día iba a escribir sobre Combarro.

El regreso al destino
Combarro

El día uno de Agosto tocaba levantarse prontito y llenar el coche de maletas, neveras de camping, comida, balón de playa, sombrilla y, en el espacio que sobraba, nos encajábamos mi madre, en el asiento del copiloto para no marearse, mi hermana y yo mismo.

Cerca de todos lados

Tras hora y pico por las infernales carreteras gallegas de la época, llegábamos al pueblecito, a pocos kilómetros de cualquier sitio pero a una distancia insalvable de cualquier lugar para las cortas y regordetas piernas de un niño.

La casa que ocupábamos daba a la plaza del pueblo, que a su vez estaba justo junto al mar, de modo que en las fiestas, supongo que de mediados de mes, veíamos el disputado y no siempre limpio partido entre solteros y casados.

A partir de aquí, recuerdos. Inconexos pero felices. Como el cruceiro de la plaza, los hórreos, las calles estrechas… y el mar. Un agua salada de la que más de una vez me tragué una buena bocanada por calcular mal mi resistencia a respirar.

Un mar que se empapa de Combarro

Un mar cuyas aguas me irritaban allí donde el bañador, de fibra sintética me rozaba la parte del cuerpo que se movía contra él. Un mar donde aprendía a pescar y a hacer amigos inolvidables que seguramente me hayan olvidado ya.

Un mar del que extraje gobios, anguilas y amigos (como Óscar, un niño inquieto que conquistaba a los mayores y divertía a los pequeños) a partes desiguales. Un mar que sólo era acogedor y amistoso porque bañaba unas costas y unas gentes que le enseñaron lo que significa ser acogedor y amistoso. Un mar que bañaba y se empapaba de Combarro.

¡Ayyyy Bandolero!

Después de tantos días de fiesta tras la Semana Santa, creo que tengo la cabeza como una cabra. Y ya sabéis que la cabra tira al monte y cada vez que pienso en montes me viene la canción de la serie de Curro Jiménez.

Así que pienso dedicar el blog de hoy al personaje en quien basaron parte de la serie televisiva, José María Pelagio Hinojosa Corbacho, un bandolero cordobés conocido como “El Tempranillo”. El cual da nombre a una ruta llamada de la misma forma.

La Ruta del Tempranillo

Esta ruta se complementa con una cadena de pueblos de la Andalucía donde el famoso bandolero vivió hasta su asesinato en 1833. Nació en el pueblo de Jauja, en la provincia de Córdoba. De allí tuvo que huir tras cometer un asesinato a muy temprana edad, algo que le valió para la creación de su mote. Mismo pueblo donde empezaremos nuestro camino.

Iremos recorriendo los pueblos tras los pasos del Tempranillo. Caminos que cuentan historias de terror, dramas pero también mucha fuerza por conseguir un fin, que era por lo que los bandoleros lucharían contra el nuevo gobierno impuesto por Napoleón en nuestro país.

Caminos de la Andalucía más íntima

Nos adentramos con esta aventura al interior de Andalucía. Un lugar bello y muy mágico donde podemos disfrutar de sus típicos pueblos con casas blancas, plazas e iglesias que guardan los recuerdos de un tiempo muy revuelto pero casi romántico del bandolerismo en la España en el s. XIX.

Esta ruta atraviesa los pueblos de Jauja, Alameda, Casariche, Benamejí, Palencia, Badolatosa y Corcoya. Puedes realizar la ruta desde el punto que desees, pero se recomienda trazarla entera.

Algo que no podéis dejar de visitar es el Salvoconducto. Que es una credencial donde coleccionar los sellos que acreditan los diferentes puntos de la ruta. Al igual modo que se hacía en la Edad Media para poder acceder a un viaje libre y seguro.

Acércate a la vida de un bandolero

Para vivir mejor esta experiencia de revivir la historia de un bandolero, se recomienda comprar una entrada (puedes encontrarla en los diferentes pueblos anteriores), la cual te dará derecho a poder entrar a los diferentes centros y museos que te acercaran más a la figura del Tempranillo y sus compañeros. Al precio casi simbólico de 7€, pudiendo visitar:

Centro temático del Bandolerismo Romántico

Centro temático del Campo Andaluz

Centro temático de las Termas Romanas

Centro temático del Río Genil

Centro temático del Paisaje Natural

Centro temático de la Gastronomía, Fiestas y Costumbres Populares.