Turismo en Cercedilla

Una de las grandes ventajas que tiene Madrid es su sierra, dividida en pueblos de inmensa belleza natural, donde se practica un turismo rural excelente y donde muchos de los madrileños tienen su segundo hogar tanto para la época de verano como de invierno, donde pueden descansar del mundanal estrés de la capital.

En esta ocasión hablaremos de un hermoso pueblecito ubicado en la sierra noroeste de Madrid, Cercelilla. Este pueblo esta a 56 Km., de la capital y a unos 30 Km., de Segovia (donde se hace un cochinillo exquisito).

Tiene aproximadamente 7.000 habitantes, que se dedican principalmente a la hostelería, al comercio, la ganadería, etc., y esta ubicado en el mismo corazón de la Sierra de Guadarrama, un punto hermoso y muy concurrido de nuestra sierra.

Ocio y aventura

En Cercedilla podemos encontrar una gran oferta en cultura, ocio y sobre todo en aventura, para poder disfrutar de nuestro tiempo libre, unas vacaciones o simplemente de un fin de semana.

Cercedilla queda definido por su cantidad cumbres donde se localizan puertos y collados, donde constituyen pasos naturales a través de la Sierra dando un espectáculo de fantasía, como el Puerto de Navacerrada, el Puerto de la Fuenfría, Cerro Minguete, Alto de Siete Picos, etc.

Cultura bajo cada piedra

Entrar en Cercedilla es entrar en parte de nuestra Historia, con su cantidad de puentes y calzadas romanas, pasando por centros culturales como el de Joaquín Sorolla, paseando por sus iglesias o ermitas románicas o visitando su estación ferroviaria de principios del siglo XX.

La unión entre el hombre y la naturaleza han hecho que Cercedilla tenga una gran cantidad de hermosos miradores y embalses, donde podremos admirar la maravilla que se nos presenta ante un paisaje natural sorprendente, respetándola constantemente.

Paisajes sobrecogedores

También encontramos el “Tren de la Naturaleza”, es un tren de montaña que enlaza Cercedilla con el Puerto de Cotos, uno de los lugares más amplios y hermosos que existen en esta sierra donde los amantes del senderismo no se lo pueden y ni deben perder.

Aventura Amazonia Cercedilla es uno de los parques naturales más grandes de Europa para la aventura, para los más peques y no tan peques de la casa, esta situado en la Zona Recreativa de Berceas, en las Dehesas de Cercedilla, cerca de las piscinas naturales, consta de más de 6 circuitos aventureros donde se puede encontrar con 101 juegos en los árboles y una zona exclusiva para empresas con 6 zonas para Team Building.

Pero si lo que se deseas es pasar una velada tranquila con la familia y amigos, Cercedilla tiene una gran cantidad de restaurantes donde puede saborearse los productos naturales de la tierra mientras se disfruta de un buen vino y un paisaje inmejorable.

¿Te animas?

Pistas de nieve

¡Cómo cae nieve! Es lo que estarán pensando o diciendo muchos de los deportistas y amantes de la nieve, estos días, en los que las nevadas en toda España son enormes, hacen que los amantes de la nieve, tanto para deporte como para disfrutarla, estén frotándose las manos pensando a qué sitio irán este fin de semana para poder gozar de ella.

En España hay veintinueve estaciones de esquí, con instalaciones de primera en constante renovación, sin descontar que tienen el privilegio de tener excelentes infraestructuras y servicios con magníficas comunicaciones con las grandes ciudades cercanas a éstas.

Getting air off the Wu-Tang in the Men´s Snowboard Boardercross Finals - The Brits, Laax 2010

No sólo tienen la posibilidad de practicar el deportes que más les gusta o sólo disfrutar de la nieve en sí, también tienen otras posibilidades como tener contacto directo con la naturaleza, rutas culturales y de ocio, historia, arte y una excelente hostelería y gastronomía.

De norte a sur

Las zonas de esquí que tienen mayor renombre se encuentran en el Pirineo Catalán como Baqueira Beret, La Molina, Masella, o Port Ainé, en el Pirineo Aragonés como Candanchú, Cerler, Partacua o Formigal y en Andalucía como Sierra Nevada.

En ellas podrás encontrar, no sólo la practica del esquí, el snowboard o el freestilye hay muchas más actividades que puedes realizar como el slalom paralelo, skicross, trineo ruso o rutas guiadas de ski, etc., si vas solo, en compañía o en familia, sobre todo para los niños que disfrutarán en grande esas mini vacaciones en la nieve.

Alojamientos fabulosos

La mayoría de los hoteles de estas zonas, te encantaran, muchos de ellos están a los pies de la montaña, ofreciendo al turista ya desde que se levanta unas vistas tanto relajantes como impresionantes, los mejores servicios con ambientes exclusivos para las fechas de invierno.

Muchos de estos hoteles tienen excelentes spa (donde podrás relajarte después de una jornada de disfrute), espaciosos gimnasios, ofertas en el alquiler de material para tu deporte favorito, etc., contando también con cafeterías o restaurantes con excelente gastronomía.

Dormir, comer, disfrutar

También podrás encontrar apartamentos muy cercanos a las estaciones de esquí, donde podrás encontrar, de una, dos o tres habitaciones, con cocina eléctrica, calefacción y en algunos de ellos, un extraordinario spa.

Sobre la gastronomía, podrás encontrar de todo tipo, comida sana, comida tradicional de la zona, comida casera, comida rápida, etc., pero si quieres pasar una velada nocturna podrás encontrar infinidad de bares y restaurantes situados a pie de pista para poder disfrutar las veinticuatro horas del día de estos sitios tan encantadores.

¡Ayyyy Bandolero!

Después de tantos días de fiesta tras la Semana Santa, creo que tengo la cabeza como una cabra. Y ya sabéis que la cabra tira al monte y cada vez que pienso en montes me viene la canción de la serie de Curro Jiménez.

Así que pienso dedicar el blog de hoy al personaje en quien basaron parte de la serie televisiva, José María Pelagio Hinojosa Corbacho, un bandolero cordobés conocido como “El Tempranillo”. El cual da nombre a una ruta llamada de la misma forma.

La Ruta del Tempranillo

Esta ruta se complementa con una cadena de pueblos de la Andalucía donde el famoso bandolero vivió hasta su asesinato en 1833. Nació en el pueblo de Jauja, en la provincia de Córdoba. De allí tuvo que huir tras cometer un asesinato a muy temprana edad, algo que le valió para la creación de su mote. Mismo pueblo donde empezaremos nuestro camino.

Iremos recorriendo los pueblos tras los pasos del Tempranillo. Caminos que cuentan historias de terror, dramas pero también mucha fuerza por conseguir un fin, que era por lo que los bandoleros lucharían contra el nuevo gobierno impuesto por Napoleón en nuestro país.

Caminos de la Andalucía más íntima

Nos adentramos con esta aventura al interior de Andalucía. Un lugar bello y muy mágico donde podemos disfrutar de sus típicos pueblos con casas blancas, plazas e iglesias que guardan los recuerdos de un tiempo muy revuelto pero casi romántico del bandolerismo en la España en el s. XIX.

Esta ruta atraviesa los pueblos de Jauja, Alameda, Casariche, Benamejí, Palencia, Badolatosa y Corcoya. Puedes realizar la ruta desde el punto que desees, pero se recomienda trazarla entera.

Algo que no podéis dejar de visitar es el Salvoconducto. Que es una credencial donde coleccionar los sellos que acreditan los diferentes puntos de la ruta. Al igual modo que se hacía en la Edad Media para poder acceder a un viaje libre y seguro.

Acércate a la vida de un bandolero

Para vivir mejor esta experiencia de revivir la historia de un bandolero, se recomienda comprar una entrada (puedes encontrarla en los diferentes pueblos anteriores), la cual te dará derecho a poder entrar a los diferentes centros y museos que te acercaran más a la figura del Tempranillo y sus compañeros. Al precio casi simbólico de 7€, pudiendo visitar:

Centro temático del Bandolerismo Romántico

Centro temático del Campo Andaluz

Centro temático de las Termas Romanas

Centro temático del Río Genil

Centro temático del Paisaje Natural

Centro temático de la Gastronomía, Fiestas y Costumbres Populares.

Las desventuras de un dominguero (IV)

Ahora que van cayendo las primeras nieves, me vienen a la cabeza mis primeras vacaciones blancas. ¡Y qué recuerdos!… Ya desde pequeñito apuntaba maneras. Debía de andar yo por los diez años, cuando mis padres me anunciaron, un miércoles, que nos íbamos de fin de semana a la nieve. Me alegré una barbaridad.

Pero llegó el viernes y me llevé el primer chasco: no íbamos a ir a Baqueira Beret. Yo, que había fantaseado los dos días que nos separaban del ansiado “finde” con conocer a las Infantas –entonces, en los ochenta, Cristina de Borbón era mi mujer ideal y Elena era… bueno, era-, mientras auxiliaba a Don Juan Carlos de su enésima lesión de esquí.

Las desventuras de un dominguero (IV)

En fin. Lástima. Pero no iba a dejar que el no conocer a mi mujer ideal me desanimara… ¡Que me iba a la nieve! Cuando llegamos, ya había anochecido, de modo que mi padre decidió que sería buena idea cenar y dormirnos pronto.

Los excesos se pagan

En cuanto a la primera parte, sin problema: como a mi padre le gustaba hacer los viajes del tirón, por si acaso el SETA Parda que conducía se paraba y no volvía a arrancar, me quedé sin merienda. Cené como el pequeño salvaje que estaba hecho.

Pero la cena, no sé si por el cambio de agua o porque me cené todo lo que no me había merendado, más la cena, más el desayuno y almuerzo del día siguiente por si no me daba tiempo a comer, me sentó bastante mal.

Suerte de servicios médicos

No sólo yo pasé una mala noche, sino que también lo hicieron mis padres y un malhumorado médico de la estación, más acostumbrado roturas y luxaciones que a un niño con una indigestión de mil demonios. En fin: que nos dormimos a las cinco.

Las desventuras de un dominguero (IV)

A las ocho sonó el despertador, pero las escasas horas de sueño hicieron que no nos levantáramos hasta las once. Cuando íbamos camino del telesilla, con unos esquíes alquilados, mi cara hacía juego con la nieve circundante.

El más mínimo fallo podría ser fatal

Y debí pasar de pálido a cerúleo cuando vi cómo remontaban las pistas: si aquel palo que se suponía que debía ir entre las piernas erraba el tiro podía pasar que me convirtiera en uno de esos castratti que estudiábamos en clase de música… O que no pudiera volver a sentarme con naturalidad en clase alguna.

Tras no pocos lloros, accedía a remontar la pendiente. Y, una vez arriba, fue peor: sólo veía una manera de bajar. Y no me gustaba. ¿Deslizarme por una ladera sobre dos tablas? Eso se le daba bien a los Fernández-Ochoa, pero no era mí, que aprecio demasiado mis articulaciones y una cara que, aunque no es bonita, es funcional.

Si Peret me hubiese visto…

Más lloros. Tantos que el escaso desayuno que había conseguido ingerir acabó manchando la impoluta nieve. No entiendo cómo no provocamos un alud al sumarse mis sollozos a los gruñidos malhumorados de mi padre.

En fin, que tras varios litros de lágrimas cayendo en la nieve (seguro que Peret habría compuesto una buena canción: “uuuuna lágrima cayó en la nieeve”) me decidía a probar a deslizarme, con los esquíes en cuña, como me habían dicho.

Nueve coma ocho metros por segundo al cuadrado

La sensación de ingravidez, de libertad, de fluidez fue absoluta… Durante diez metros, que fue lo  que tardé en poner los esquíes en paralelo. Envalentonado por llevar varios segundos sin caerme, decidí que era hora de ganar velocidad. Qué sabe un niño de diez años que ha suspendido Ciencias Naturales de la gravedad y de sus nueve coma ocho metros por segundo al cuadrado.

Penguin Peak summit. Chugach Mountains, Alaska

Las últimas palabras antes de despertarme en el hospital fueron “¡¡Que alguien quite de ahí esa árb!!… ¡uf! Cuando me desperté, ya en planta, lo hice chillando “¡¡…Boooool!!”, completando la frase que un pino inoportuno y maleducado había interrumpido.

Un extraño despertar

Era martes. Me había perdido un par de días de escuela y, encima, como los médicos confundieron mi alarido con que había cantado un gol, decidieron que sería buena idea que me visitara la estrella del equipo de la ciudad, que casualmente estaba ingresado por una torcedura de bota, o algo similar. A mí. Que de fútbol sólo sé que los jugadores se depilan las piernas.

Yo temía el enfado de mis padres por haberles chafado el fin de semana, pero, cuando vieron que su hijo abría los ojos y la garganta con tal entusiasmo, decidieron que un chico de tanta energía y gracia no merecía que permanecieran enfurruñados demasiado tiempo.

Un beso para papá y otro para mamá

Aunque no acabe de venir a cuento, he de decir que en ésta y otras ocasiones mis padres se portaron como verdaderos santos. De hecho, sólo he visto a mi padre enfadado de verdad una vez:

La única ocasión en la que mi progenitor no dejó al Santo Job por un histérico fue cuando, al año y pico de todo aquello, cuando yo empezaba a recuperar la forma física tras rehabilitarme de una muñeca, una pierna y cuatro costillas rotas alguien dijo que deberíamos ir a celebrar mi salud a Baqueira Beret, a ver al Rey y a las Infantas.

Ese alguien pagó la furia de mi padre cenando sopa por Nochevieja, en el hospital, con pajita. Desde entonces, prefiero que las vacaciones sean en la playa y con buen tiempo.

Camino Francés: Hontanas- Boadilla del camino

Tras hacer noche en Hontanas, un pueblo de lo más sencillo del interior, cuyos vecinos son muy acogedores, salgo del albergue con mi mochila a cuestas y como, cada día, con una gran ilusión por visitar lugares.

Nada más salir de Hontanas, cruzo la carretera de Castrojeriz y continúo por pistas de tierra sobre una media hora, hasta salir a la misma carretera, siempre por la derecha. Seis kilómetros después de salir,  me encuentro con el Convento de San Antón, del siglo XV y, hoy por hoy, casi en ruinas. Tras pasar bajo el arco gótico, sigo por la carretera, unos cuatro kilómetros, hasta Castrojeriz.

Como ya empiezan a pesar los kilómetros, decido tomarme un respiro en la localidad burgalesa, cuyo origen proviene de tiempos de los romanos y cuyo riquísimo patrimonio se encuentra, todo hay que decirlo, un tanto abandonado. Me han recomendad que no deje de visitar la Colegiata de la Virgen del Manzano, La iglesia de San Juan y la iglesia parroquial de Santo Domingo. Tras hacerlo, y con otro recuerdo imborrable en la retina, reemprendo la ruta.

Disfrutando del paisaje

Apenas salgo de la población, me topo con la subida a la Sierra de Mostelares. No es muy larga, pero se hace dura, más aun tiendo en cuenta que he de usar una pista llena de piedras. Ya arriba, disfruto de una vista espectacular y, casi con pena, inicio un descenso, pronunciado al principio, pero que se suaviza según avanzo.

Es pronto para retirarse a un albergue y aún estoy fresco, de modo que dejo Itero del Castillo y su albergue a un lado, como a un kilómetro, y consumo otros nueve kilómetros hasta la Ermita de San Nicolás de Puente Fitero, hospital de peregrinos desde hace ocho siglos. Cruzo el Pisuerga, dejando atrás la provincia de Burgos y adentrándome en Palencia.

En tierras palentinas

Pasado el puente, giro a la derecha por una pista de tierra que me lleva a Itero de la Vega, un conjunto monumental de más de dos milenios que me sobrecoge al pensar que piso la tierra que holló la Legio VII Gemina. Uf.

Agua. Aliento. Comida. Adelante. Subo por una pista agrícola y, tras unos kilómetros, se vislumbra Boadilla del Camino.

El fin de la etapa

Una vez aquí, resisto la tentación de retirare inmediatamente al refugio y pregunto a los vecinos sobre la localidad, nacida de la repoblación cristiana del siglo IX y con dos monumentos que destacan sobre todos los demás: el rollo de justicia, propiedad del Ayuntamiento desde los años 60 y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de los siglos XVI y XVII.

Los propios vecinos, amabilísimos, me indican donde está el albergue, por lo demás muy fácil de localizar, habida cuenta de lo pequeño de Boadilla. Por tres euros y sin necesidad de reservar tengo refugio. No ha sido un día demasiado duro. A ver cómo es mañana.