Yo estuve en Cancún y regresé para contártelo I

Yo estuve en Cancún, sí, una semana en un hotel con la oferta de todo incluido y aquí estoy, de nuevo, dispuesta a desvelarte todas las maravillas y defectos de un lugar que podría ser totalmente paradisíaco como la cercana Rivera Maya si no fuera porque es tal la explotación hotelera a la que le han sometido desde principios de los 70 que ya no queda nada de la gloria de aquella islita de pescadores rodeada de selva virgen y playas vírgenes de suave arena impoluta que se estiraba perezosa a la orilla del mar Caribe en los meses plácidos de calma y resistía valiente las temporadas de los furiosos huracanes que azotaban las copas de sus árboles.

Puede que haya reservas naturales pero pocas, apenas algunas zonas protegidas en el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc pero que poco a poco se van reduciendo bajo la depredación voraz del poderoso caballero don dinero.

De hecho, dos de los problemas medioambientales más acuciantes que vive este paraíso en la tierra es la contaminación del sistema lagunar Nichupté y la construcción de Puerto Cancún que amenazan con quebrar un ecosistema que ya es frágil. Pero vayamos por partes.

Cancún

cancún1
Cancún antes de la explotación

Cancún del maya kaan y kun, que según unas fuentes traduce «olla o nido de serpientes» y según otras, «lugar de la serpiente dorada», ya que tiene forma de 7 y al amanecer se parece a una serpiente dorada al sol, se parece más hoy en día a una serpiente de hormigón, una lengua de tierra similar a la Manga en la que se apiñan más de 163 complejos hoteleros, restaurantes y locales de ocio para turistas con precios un poco inflados para una zona tan empobrecida.

Quizá sea ese el gran problema de Cancún ya que los hoteles ofrecen los paquetes turísticos del todo incluido,( muy rentables, doy fe), para mantenerte atado a la zona turística y forzarte a contratar todos los servicios con ellos (deportes, entretenimiento acuático, excursiones) lo que les permite monopolizar los precios subiéndolos a niveles europeos. De ahí que una cerveza en Cancún cueste lo mismo que una noche en una pensión de Chiapas.

Además te meten el miedo en el cuerpo diciéndote que no se te ocurra ir a tomar nada a la capital por la delincuencia cuando lo cierto es que, quitando las zonas problemáticas y empobrecidas de la ciudad como la franja Ejidal o algunas partes de Puerto Juárez y que uno debe evitar a toda costa, la gente es amable y servicial.

Isla Cancún o zona hoteleracancún2

Es la zona más conocida ya que es en ella en la que se concentran las playas, las zonas residenciales, los hoteles, el campo de golf Pok Ta Pok y las actividades turísticas. 23 kilómetros de longitud que rodean al sistema lagunar Nichupté, compuesto de siete cuerpos de agua: Laguna Bojórquez, Cuenca del Norte, Cuenca Central, Cuenca Sur, Río Inglés, Del Amor, y Laguneta del Mediterráneo.

Las playas son de arena fina y blanca provenientes de un banco de arena de la Bahía de Mujeres, drenado para reconstruirlas tras el azote del huracán Wilma que azotó Cancún en octubre de 2005 durante 60 horas con vientos que alcanzaron los 320 Kilómetros hora y dejaron al pueblo incomunicado y sumido en el miedo y el caos.

Desgraciadamente son muy estrechas como podéis ver en las fotos, apenas un trozo desde el hotel hasta el mar así que en temporada alta están un poco abarrotadas por los turistas que se alojan en cada complejo hotelero. Se puede caminar por la orilla del mar casi de un lado a otro, salvo por zonas que, desgraciadamente, están cerradas al propio pueblo mexicano y abiertas sólo para los clientes que alojan en los hoteles a los que pertenecen.

Sólo hay 9 playas públicas a lo largo de toda la isla, una de ellas (la más bonita con diferencia y de visita obligada) es El Mirador o Playa Delfines; lugar en el que se reúnen tanto turistas como cancunenses para disfrutar de las preciosas vistas del mar caribe, de la laguna Nichupté y de parte de la zona arqueológica el Rey que se pueden apreciar desde allí.

El mar es precioso, de agua fresquita de un indescriptible color azul turquesa con olas espumosas de un blanco níveo, transparente hasta el punto de verte las venas de los pies que tienes apoyados en conchas que arrastra la marea: porque la marea arrastra: mucho. De hecho incluso en temporada alta la mayoría de las playas tienen una bandera roja que alerta de las fuertes corrientes. Agáchate a coger una concha y como te descuides vendrá una ola que conseguirá que pierdas el equilibrio y acabarás pillando la caracola con los dientes. Llevad bañador resistente a embates de mar bravío.

Avisados quedáis hasta la próxima entrega.