Jaén

Si algo nos gusta hacer en este blog es romper tópicos. Y uno de ellos, injusto, es el que existe de Despeñaperros hacia el Sur. Andalucía es más, mucho más que flamenco, toros, siesta y fiesta. De hecho, vamos  jugar a no usar estas cuatro palabras en todo el artículo.

El turista que va al Sur, que se acerca por tierras andaluzas lo hace con prejuicios. No podemos negar la imagen que en el resto de España y del mundo si tiene de estas tierras. Es más: en buena parte del planeta se asocia a España con los la imagen tópica de Sevilla. Con eso, o con la paella.

Pues la riqueza de esta Comunidad, por mucho que les pese a algunos, va más allá de todo ello. Nada más abandonar los inmensos viñedos manchegos, cruzando el desfiladero que separa ambas comunidades, llegamos a la infinitud de los olivares jienenses. Literalmente, os acompañan durante kilómetros sin que se vean más de diez metros cuadrados de suelo sin un árbol.

Decía don Miguel…

Se nos vienen a la mente los versos de Miguel Hernández: “Andaluces de Jaén, / aceituneros altivos, / decidme en el alma: ¿quién, / quién levantó los olivos? / No los levantó la nada, / ni el dinero, ni el señor, / sino la tierra callada, / el trabajo y el sudor.”

Además de los paisajes, verdes hasta donde alcanza la vista, de personas nobles, acostumbradas y quizá contagiadas de la dureza del olivo y su labranza. Además de olivares a través de los que una ardilla podría atravesar, ya que no la provincia, buena parte de ella. Además de campo, Jaén tiene cultura. Arte. Historia.

Una Historia inabarcable

Pero hoy, nos quedaremos sólo en la capital. Existe constancia de la presencia humana desde tiempos del Neolítico, de modo que la riqueza histórica y artística de  la ciudad está fuera de toda duda. Por ella pasaron y se asentaron romanos, visigodos, árabes, judíos, cristianos… El jienense vive de su tierra, pero desciende de mil pueblos.

Prueba de esa multitud de orígenes es el arte que puede verse en toda la capital y sus alrededores. De entre todos ellos, destacaremos la catedral de La Asunción, templo renacentista del siglo XVI; los baños árabes o “Baño del Niño” y la judería en toda su extensión. Los reseñamos como restos de las tres culturas que más han  influido en la forma de ver actual, no ya de Jaén, sino de toda España.

Jaén ofrece más argumentos, pero sería injusto, además de imposible, abarcarlos todos en n escrito: hemos de visitarlo, tocarlo, olerlo, sentirlo… Y hemos terminado un artículo sobre una ciudad andaluza, tal vez por hacerle justicia, sin mencionar las palabras “flamenco, toros, siesta y fiesta” ¡Huy! Perdón.

Mónaco Ville, el Mónaco antiguo

En cuanto uno pone los pies en Mónaco, tiene la impresión de que debería estar pagando un dineral por desgastar sus calles con los pies. Afortunadamente, nadie se va a acercarnos a ver cuánto pesamos o lo duras que son nuestras suelas y cobrarnos el desgaste de acera en proporción.

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Buenos Aires

¡Ay, que se me van los pies! Mi Buenos Aires queriiiidooo… Cuando yo te vuelva a ver, no habrá más pena ni olvido (…) ¡Pero qué tangaso, señores! ¡Qué grande y eterno don Carlos Gardel que con su voz y emoción nos pone a bailar un tango hasta a los que tenemos dos pies izquierdos!

El caso es que muchos de los rincones de la capital de Argentina tienen mucho de eso: de la emoción triste de un tango, de la pasión sensual y latina su baile… Del: “Si no sabes, yo te llevo, pero déjate hechizar… Mañana será mañana”…

La capital porteña es una de las más cosmopolitas de Latinoamérica y nudo vital de una nación que ha acogido, tradicionalmente, a muchos inmigrantes. Si nos damos un paseo por ella, descubriremos que lo europeo de su arquitectura hace que determinados edificios nos recuerden a París.

Una ciudad vida

Pero no sólo  en el exterior de las edificaciones se nos vendrá a la memoria la capital francesa: Buenos Aires bulle de vida cultural, con numerosísimos museos, salas de conferencias y exposiciones. Tampoco faltan las galerías de arte, los cines y los teatros, que acogen infinidad de espectáculos nacionales e internacionales del más alto nivel.

De entre todas las salas, nos quedamos con el Colón, uno de los teatros líricos más importantes del Viejo y el Nuevo Mundo. La actividad musical del recinto abarca todos los géneros, incluido, como cabía esperar, el tango (¡Ay! ¡Ay! “Volveeeer… con la frente machita”…).

Meca cultural del planeta

Pasado el arrebato “tanguero”, diremos que la ciudad recibe con frecuencia a grupos y solistas de todo el planeta. Este hecho no es más que una de las muchas pruebas de que Buenos Aires resulta, en una medida muy importante, una de las capitales culturales de América Latina, y aun del planeta.

Además, la vida nocturna bonaerense puede describirse, siendo moderados como “activa”, además de extensa, puesto se trata de una urbe a la que le cuesta irse a dormir, ya que tendría que hacerlo dejando de lado discotecas, restaurantes, confiterías…

¿Alguien nos presta una rosa para llevar en los labios?

Buenos Aires es una ciudad que, como la voz de Gardel, se nos cuela bajo piel, nos obliga a movernos, llorar de emoción ante tanta belleza, perdernos en un pecado y salvarnos gracias a la virtud de una canción que nosotros mismos habríamos compuesto en el momento más duro de nuestra condena.

Una visita a Buenos Aires es una experiencia que nos va a cambiar. Ya lo decía don Carlos: “Decí, por Dios, ¿qué me has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quien soy?”

La fuente del eterno amor

Es, posiblemente, la fuente más bonita de Roma. Es, con sus veinte metros de ancho y sus veintiséis de altura, la más grande la ciudad sin lugar a dudas. Hablamos de un punto de encuentro ineludible para romanos y visitantes: la Fontana de Trevi.

Entonando con Nat King Cole aquello de “Arrivederci Roma”, repasamos la no necesariamente romántica historia del monumento,  cuyos orígenes datan del año 19 a. C., cuando la Fontana constituía el final del acueducto llamado Aqua Virgo.

zTrevi Fountain

La primera fuente que debería llevar tal nombre se construía durante el Renacimiento. El que tomaba la iniciativa de hacerlo y ordenaba que así fuera era el papa Nicolás V, promotor de varias obras de arte que embellecerían Roma. El aspecto final de la Fontana de Trevi es el que alcanza en 1762, tras varios años de obras de la mano Nicola Salvi y rematada por Giuseppe Pannini.

Tres vías para llegar a un cuento de hadas

Por cierto que, por si alguien se lo pregunta, el nombre de Trevi proviene del apócope de “Tre Vie” (tres caminos), y es que la Fontana era el punto en el que confluían tres calles. Pero no es ésta la pregunta que más veces nos hemos hecho sobre tan bello monumento.

Ahora sí: respondemos a una curiosidad muy extendida: ¿Por qué siempre nos encontramos turistas junto al monumento lanzando monedas y haciéndose fotos? Pues el mito proviene del cine:

Una leyenda cinematográfica

La película “Tres monedas en una fuente”, de 1953, cuenta que si uno arroja una moneda a la Fontana de Trevi volverá a Roma; si son dos, encontrará el amor con una bella italiana –o un bello italiano, según el caso-; y si son tres las monedas que lanza al monumento, se casará con esa persona.

Para que este ritual funcione, deben lanzarse las monedas con la mano derechas y pasándolas sobre el hombro izquierdo. A quienes sí les funciona, se arrojen como se arrojen las monedas, es a los más necesitados: cada año se recogen más de un millón de euros de la fuente, que se destinan a fines benéficos desde el año 2007.

Nada debe estropear el éxtasis

De día o iluminada de noche, artificialmente, es uno de los monumentos más bellos de una de las ciudades más bellas del mundo, algo que aprovechan muchos vendedores de rosas. Las opciones son dos: comprarles una o estar de acuerdo con ellos en que la fuente es una belleza e indicarles, amablemente, que no lo va a ser más por que les compremos una flor.

El Oceanográfic: el acuario más grande de Europa

Venir a este mundo y marcharse sin haber visitado el Oceanográfic debería considerarse falta de respeto grave. Dentro de la valenciana Ciudad de las Artes y las Ciencias, nos hallamos ante el mayor de los espectáculos que podemos disfrutar proveniente de unos animales en cautiverio.

Es cierto que el acuario no se ha concebido como mero espectáculo. La verdad es que se pretende acercar el mar a los habitantes de la superficie, hacer que éstos lo conozcan y se emocionen con una riqueza que el ser humano está dilapidando. Pero, con todo, es un espectáculo delicioso.

beuga

Un paseo por todos los mares

A lo largo de la visita, conocemos el Mediterráneo, los humedales, los mares templados, cálidos y fríos, las islas, el Mar Rojo… Paseamos entre todo tipo de peces y mamíferos marinos… Podemos incluso asistir a un espectáculo fantástico, en el que los delfines demuestran su simpatía, inteligencia y fuerza y en el que los niños pueden incluso interactuar con estos animales.

Pero no podemos irnos sin antes destacar un par de puntos que el visitante no olvidará jamás: el pasillo subacuático, desde el que puede verse cómo es el océano por dentro y del que nos llevaremos grabada a fuego la mirada vacía y la insinuación de las fauces de los tiburones, por un lado y, por otro, un lugar que puede llegar a emocionar hasta la lágrima a los amantes más sensibles de la naturaleza:

Una escena inolvidable

Describamos la escena por su acción: Pleno Agosto valenciano. El calor húmedo se pega a la piel. Sudores por el mero hecho de respirar –con dificultades-. Entramos en el pabellón dedicado al Ártico… Esto es frescor y no el que prometen los enjuagues bucales. Y nos quedamos pasmados ante la agilidad de una descomunal morsa buceando en las gélidas aguas.

Embobados y con dificultades para cerrar la boca, seguimos la ruta y nos hallamos ante un tanque descomunal y… ¿vacío? No. Tras unos segundos se muestra ante nosotros una gigantesca mole blanca. Una descomunal y esquiva ballena beluga. Por increíble que parezca, no hay manera humana de sacarle una foto decente.

Joyas que estamos destrozando

Esa mirada simpática y esa eterna sonrisa no se están quietas un solo segundo. Va y viene por la pecera refrigerada, como si estuviera luciéndose, como si estuviera gritándonos en silencio a los humanos: “¡Mirad lo que estáis destrozando, estúpidos!”. Como si estuviera y aprovechara que está antes de que la torpeza del Hombre acabe por no dejarla estar.

Pero, por ahora, está. Aprovechemos que es así