Las desventuras de un dominguero (V)

Descartada la nieve por experiencias pasadas y la playa porque hace un frío que los pescadores ya sacan las lubinas del mar ultracongeladas, me quedaba irme estas fiestas a la casa de mis primos los del pueblo. El caso es que, para ir haciendo boca, nos invitaron ya el pasado de Diciembre puente a que lo pasáramos con ellos, de modo que allá fuimos.

Tras perdernos unas diecisiete veces y que el GPS nos indicara que habíamos llegado cuando estábamos en medio de la nada, por fin entrábamos en un pueblo castellano de un tamaño tal que se veía la salida antes de entrar. Diciembre. Castilla. Y León. Tres de la mañana. La helada era tal que se nos habían congelado hasta las ganas de llegar.

Las desventuras de un dominguero (V)

Menos mal que mis primos (bueno: mi primo, su esposa y sus dos hijos) ya me conocen y, entre eso y que los llamaba cada media hora por teléfono para comunicarles lo perdido que estaba o cuánto me sonaba el monumento que dejábamos, ora a la derecha, ora a la izquierda, según el GPS y el gracioso de mi primo nos dirigieran hacia Lugo o hacia Almería.

El dulce despertar

En fin: que llegamos la noche del jueves al viernes 7 a las tres de la mañana. Dormimos. O casi, porque a las seis ya estaba el hijo de mi primo, que anda por los doce años, uno más que su hermana, llamándonos a gritos.

Mirando al despertador, del tamaño de un balón de fútbol que teníamos en la mesilla y asegurándome de qué horas de la madrugada eran aquéllas, respondí, gritando amablemente:

– ¡Pero, vástago de Belcebú! ¿Qué horas son estas de dar voces?

– ¡Vamos, primo! – contestó alegremente el descendiente de Luzbel- ¡Que hay que echar el fuego y prepararse pa’ la matanza!

En ese momento, se me encendieron todas alarmas anti catástrofe. Tenía que haber salido corriendo y subirme al primer cohete a Neptuno. Pero no lo hice. En cambio, sollozante, agité a mi esposa, a la que el escándalo sólo había hecho rebullirse en las sábanas.

Una mejilla contra cinco dedos, un duelo desigual

La primera, en la frente. Bueno: en el ojo. Mi consorte, asustada por haberla agitado (no la despertaría un terremoto, pero sí el roce de una pluma. No lo entiendo), soltó un brazo. Yo juraría que oí un silbido fiiiuuuu antes de que mi señora –lo de señora es un decir- me estampara los cinco dedos en la cara.

Así, calentito, me acerqué a la habitación de mis hijos, a los que desperté tocándolos con una caña de bambú de dos metros de largo, por si tenían el despertar de su madre. Sin más accidentes, bajamos al patio de la casa de campo, donde nos esperaba un vaso de aguardiente, un trozo de pan, tocino, diez grados bajo cero y una sola hoguera para calentar a los veinticinco presentes.

El brebaje

¿Cómo era posible que alguien pudiera estar de tan buen humor a tan malas horas y en tan precarias condiciones? Enseguida di con la respuesta. En cuanto probé el brebaje que los lugareños llaman aguardiente y un servidor bautizó con el nombre de “aaaargggghhhhhestohacequetecrezcanpelosenelpechoohhhhh”. El caso es que el líquido me calentó y animó.

Tanto que, cuando llegó la hora de matar al animal y sacarlo al patio para tumbarlo sobre un carro convertido para la ocasión en ara sacrificial, yo fui el primer voluntario. No me importó hacerme notar, a pesar de los rumores que circulaban ya en cuanto la luz del sol hizo evidente la marca de la mano de mi esposa en la mejilla.

Un animal terco y de sangre… sangrante

El animalito resultó ser una mole de casi doscientos kilos al que no le apetecía echase la cabezadita sobre el carro. Tres pisotones, dos mordiscos y una herida inciso-cortante de origen incierto después, el cerdo del gorrino estaba tumbado en el que sería su lecho de muerte.

Cualquiera en mi lugar se habría alegrado cuando el cuchillo del matarife hiciera su trabajo contra mi agresor. Yo mismo iba a decir entre dientes “¡sufre, cerdo!”. En su lugar, me salió un “Ssss…” y me caí redondo al suelo. Es que no soporto ver la sangre, aunque sea de un cerdo enemigo…

¿Recuperando?

Fue mi mujer quien me acercó al ambulatorio del pueblo de al lado, algo que luego me agradecería, puesto que eso la liberó de acabar de limpiar los intestinos del animal en el arroyo que pasa cerca del pueblo. Tuvimos que convencer al médico de que veníamos de una matanza, y no de un ring de boxeo.

El resto del día se resume en comer como sólo se come en los pueblos y dormir como sólo los de ciudad dormimos en el campo… Hasta que a las seis y media de la mañana el muy hijo de… mi primo vino a despertarnos de nuevo. Por suerte, mi esposa sí oyó esta vez al chico, de modo que me ahorré el riesgo de otro despertar violento. Aunque yo sí me quedé con ganas de ponerme violento con el muchachuelo.

El destrozo

Tocaba despedazar al animal. En sábado. Menos mal que no me dieron a mí el cuchillo. Pero, con todo, no me libré de acarrear mis buenas piezas de carne. Ahora, mis riñones y yo sabemos cuánto pesa un jamón. En mitad de la mañana, alguien echó unos trozos de carne a la hoguera y, oye, no está nada mal. Es una pena que se empeñen a acompañarlo todo con “aaaargggghhhhhestohacequetecrezcanpelosenelpechoohhhhh”.

En cuanto me enteré de para qué querían la carne picada y de que el plan del domingo era rellenar tripas con carne picada y en adobo para lo que luego serían chorizos, miré de reojo a mi mujer. Tomamos ambos a los niños en volandas, los lanzamos a la parte trasera del coche y salimos de allí dejándonos media rueda en la línea de salida.

Vendetta

Recorrimos los ciento diecisiete kilómetros hasta nuestra casa en cuarenta y tres minutos y dieciséis segundos. Contando el callejeo por el casco urbano y el parón para recibir una multa por exceso de velocidad.

Más que irme al pueblo, estas Navidades voy a invitar a mis primos a que se pasen por la ciudad… Y a que compren los regalos en El Corte Inglés el día 23 a las ocho y media de la noche. La venganza es un plato que se sirve frío. Y a las malas, no me gana nadie.

Gijón Inolvidable

Para ir a visitar a Gijón, te recomiendo que, aunque tengas pocos días para visitarlo, planees mucho más la visita para poder recorrerlo de arriba abajo y de derecha a izquierda, porque tiene mucho que ver y saborear.

Esta ciudad perteneciente al Principado de Asturias, tiene mucha historia y nos la relata con la mayoría de sus paisajes, monumentos, edificios emblemáticos y otros puntos que nos parecerá de lo más interesante, sin descontar que es una ciudad muy activa y moderna.
Gijón.Asturias

Comenzamos en la Plaza Mayor

Como aperitivo, en la Plaza Mayor podrás encontrar un mercadillo ecológico y artesano donde disfrutaras de todo tipo de artesanía y alimentación natural, donde encontraras lo más apetecible tanto para la vista como para el gusto.

Las playas que encontraras son espectaculares como la playa de “San Lorenzo”, playa “Cagonera” y “Serín”, (ambas nudistas) o la playa “Cervigón” que está rodeada de una gran zona verde.

Paz y belleza

En el Jardín Botánico encontraras la paz y el sosiego que brinda la naturaleza donde podrás encontrar grandes arboledas y espacios abiertos donde aprovecharas la gran variedad de especies y sus peculiaridades.

Lo que no debes dejar de visitar es Laboral, Ciudad de la Cultura: aquí encontraras un espacio multicultural. Arquitectónicamente, el edificio impresiona por sus enormes dimensiones y encontrarás una gama extensa en obras, espectáculos, ponencias y exposiciones que te dejarán maravillado.

Una belleza inenarrable

Pasearse al atardecer por el barrio de Cimadevilla, te dejará un gusto inolvidable ya que su puerto con sus gamas de colores en sus edificios parecen obras marinas pintadas al óleo.  En este mismo lugar se encuentra el mirador y la escultura de Eduardo Chillida uno de los mejores escultores que ha dado nuestra tierra.

Ir de excursión a uno de los sitios más nombrados como Cangas de Onís, Llanes, Oscos-Eo, la villa de Luarca, etc., es pasearse por la historia de esta región donde la mezcla entre montañas y mar transportaran a cualquiera a una época verdadera histórica.

Visitantes deseosos de volver

Como buena zona marítima, su gastronomía es inmejorable, siempre ofreciendo al turista los excelentes frutos del mar en combinación con los frutos de la tierra y sus excelentes sidras, que refrescan al más sediento.

Gijón, al ser una zona turística y marítima, la gran cantidad de hoteles que presenta esta ciudad es muy amplia contando que puedes escoger entre los paradores hasta hoteles de cinco estrellas, con inmejorables servicios y comodidades: todo dependerá del bolsillo de cada uno.

Visitar Gijón es darse un paseo por una de las capitales con mucha historia.  Gijón es inolvidable.

Altea como cura

Cualquiera que haya vivido en el secano de la Meseta Central vive soñando desde Septiembre en volver al mar. No sabría explicar qué clase de poder hipnótico tiene sobre nosotros, gente que lo más cerca que está de sus arenas finas es el los montones de tierra que se utilizan en las obras de construcción.

Así, esperando el momento, vamos creciendo con ese anhelo que muchos explican como la necesidad del ser humano en volver a sus orígenes. Algo que se ve frustrado cuando llegas a tu destino y, con una ironía que parece hasta cruel, te encuentras encerrado en la playa que llevas meses pensando.

Cientos de personas que al igual que tu sobreexplotan las costas españolas más relevantes intentando salir del estrés de su día a día, buscando tranquilidad y relajación en esta naturaleza marítima.

Altea, alma hippie

Por suerte aún quedan pueblos marítimos como Altea. Un lugar mágico en la provincia de Alicante, a unos escasos 11 kilómetros de la masiva Benidorm y que poco tiene que ver con esta y su turismo.

Altea nos ofrece un turismo purista, donde disfrutar de la suavidad del mar y la dureza de la montaña. Un remanso de paz y tranquilidad que ha servido como punto de referencia a hippies que huyeron de Ibiza buscando este contacto con la naturaleza más pura.

Altea coge su nombre de la palabra griega “Althaia”, que significa “yo curo”. Incluso su nombre nos indica los beneficios que nos da tanto a cuerpo y alma.

Mucho más que una playa

Aunque nos refiramos a Altea como un pueblo en verdad es una pequeña ciudad que consta de más de 24 mil habitantes. Un crecimiento que en los años 60´s se vio incrementados justo gracias al turismo del que vive la zona. La cual posee numerosos restaurantes. Es más, una de las cosas que más me impactó cuando la visité fue la calidad y precio de sus menús: no he comido en ningún sitio tan bien y a un precio tan bueno.

Gracias a este crecimiento y por su carácter bohemio, la Universidad de Miguel Hernández puso a disposición de la localidad la facultad de Bellas Artes. Por lo cual es fácil ver por sus calles un gran movimiento de alumnos dando rienda suelta a su imaginación y llenando de vida todos sus rincones.

El corazón en su casco antiguo

Aunque de origen más humilde que el de otras ciudades, Altea también posee un casco antiguo que encierra la historia de esta tierra conquistada por griegos, iberos, romanos y musulmanes. Hasta que fue conquistada por Jaime I de Aragón en 1279.

Coronando el casco antiguo tenemos la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, considerada para muchos uno de los monumentos más famosos de la Comunidad Valenciana y símbolo de Altea.

No debemos irnos sin pasear por el Puerto Campomanes, el cual contrasta con el ambiente que reina en el resto de la localidad, dando un punto de glamour con sus grandes embarcaciones. Se ha convertido en punto de referencia en la Península por sus veraneantes (futbolistas y famosos que veranean allí) y por ser punto de paso del Meridiano de Greenwich.

Cambia tu destino y Altea cambiará tu vida.

La giralda también puede visitarse en Badajoz.

Efectivamente, en esta preciosa y tranquila ciudad extremeña podemos encontrar una réplica del famoso edificio sevillano, construida en 1927 por el maestro Adel Pinna. Está situada en la emblemática Plaza de la Soledad, una de las más bonitas de la ciudad y que debe su nombre a la ermita de la Virgen de la Soledad, construida en honor a la patrona de la ciudad.

Pero estos dos edificios son tan solo dos muestras de todo lo que esta ciudad de origen árabe guarda para el disfrute de sus visitantes. Al llegar a Badajoz descubrimos una ciudad que parece más pequeña de lo que realmente es, tranquila y apacible. Una ciudad que invita a pasear y recorrer sus plazas y edificios contagiados por el pausado ritmo que nos rodea.

Qué no debe de perderse en Badajoz.

La ciudad oferta siete museos con temáticas muy diferentes. Entre tan amplia oferta cultural es fácil encontrar uno que encaje con nuestras inquietudes.

El recinto abaluartado, que se construyó en el siglo XVII para proteger la frontera con Portugal. No puede dejar de dar un largo paseo y contemplar alguno de los ocho baluartes que lo componen, así como sus fuertes, entre los que destaca el de San Cristóbal. Tiene cuatro puertas destacando la puerta de Palmas, más antigua que el resto de la construcción y que da al Puente de Palmas.

La Alcazaba y su recinto amurallado, de origen almohade y construida en el siglo XII es otra visita obligada cuando se viaja a la ciudad.

Visitas guiadas por Badajoz.

La ciudad en sí, con sus plazas y parques está llena de rincones maravillosos con edificios de gran valor arquitectónico e histórico. Para realizar todas estas visitas, Turismo de Badajoz organiza rutas guiadas en su página web, con diferentes recorridos dependiendo de la época del año.

Con estas visitas organizadas podrá incluso acceder al interior de edificios emblemáticos que permanecen cerrados para el público en general, o si lo suyo es el deporte participar de una excursión en bicicleta.

Oferta hotelera y gastronómica.

Badajoz ofrece una amplia oferta de hoteles y hostales que contentarán desde al viajero más sibarita hasta a aquel que busca una oferta muy económica.

En los numerosos restaurantes de la ciudad podrá degustar los productos típicos del campo extremeño como los cardillos o los espárragos; las morcillas y los platos a base de cabrito y cordero son también muy solicitados; y para postres o desayunos las calderillas, los hojaldrados de almendra y la técula-mécula, deliciosa tarta de yema y almendra.

Mucho más que San Fermín.

Cuando se habla de Pamplona lo primero que le viene a la cabeza a prácticamente cualquier viajero son los mundialmente famosos encierros de San Fermín. Pero esta ciudad, denominada en Euskera Iruña, tiene mucho más que ofrecer durante todo el año.

Capital de la Comunidad Foral de Navarra, Pamplona es una ciudad muy viva, siendo no sólo el corazón administrativo de la comunidad sino también el financiero. Con cerca de 200.000 habitantes es la ciudad más poblada de Navarra y una de las 25 más pobladas de España.

Historia y edificios más relevantes.

En el Museo de Navarra se puede realizar un amplio recorrido por la historia de la ciudad a través de sus cuatro plantas, que recorren desde la prehistoria hasta el siglo XX. Pamplona es uno de los asentamientos humanos más antiguos y se supone que ha sido habitada por el hombre desde sus mismos orígenes.

El antiguo Palacio Real, edificio que data del siglo XII y que actualmente es la sede el Archivo

General de Navarra es otra de las visitas obligadas cuando se viaja a Pamplona. Está situado en plenas murallas, frente a la Basílica de San Fermín de Aldapa, del siglo XVII el cual es otro de los edificios más hermosos de la ciudad. El edificio del Ayuntamiento, en la Plaza Consistorial es quizás el más conocido, pues es desde dónde se realiza el tradicional chupinazo.

Una ciudad rodeada por murallas y atravesada por el Camino de Santiago.

El recinto amurallado de la ciudad, construido entre los siglos XVI y XVIII es uno de los que está en mejor estado de conservación de toda Europa. Actualmente está muy protegida y se ha sometido a varias rehabilitaciones convirtiéndola en uno de los lugares más bonitos de la ciudad para pasear.

Pamplona es la primera ciudad española que encuentra el peregrino del Camino Francés, una de las rutas más transitadas del Camino de Santiago. Recorrer la ruta de este camino que atraviesa la ciudad es una buena forma de conocer su casco antiguo, sus murallas y sus edificios religiosos más relevantes.

¿Qué comer en Pamplona?

En sus restaurantes y mesones podrá disfrutar de los típicos y económicos “pintxos” que tienen tantas variedades como locales, regados por un buen vino con denominación de origen de Navarra. Si prefiere los sabores intensos atrévase con los platos de caza elaborados a base de jabalí o paloma. Los asados de cordero y cabrito son también muy populares.

Y no olvide que se encuentra muy cerca de Tudela y de sus fértiles huertas. No dude en probar los deliciosos cogollos, los jugosos espárragos o  las típicas pochas.

Fantástica Barcelona

¿Quién no ha visitado en algún momento a Barcelona o como mínimo no ha oído hablar de ella?,  Barcelona no sólo es increíble, es mucho más, es una hermosa y gran ciudad que tiene mucho que ofrecer tanto a propios como a visitantes.

Esta ciudad situada a las orillas del Mediterráneo es una de las más modernas, vanguardista y cosmopolita de España, no solo por su importancia cultural, comercial y financiera, sino por los legados que nos han dejado infinidad de personajes ilustres reconocidos en muchas partes del mundo.

Visitar Barcelona regala al turista una cantidad de opciones interesantes en todos sus ámbitos, museos, parques, montañas, iglesias, playas, congresos, reuniones, exposiciones, exquisitos edificios ornamentales y de renombre, magníficos hoteles o una variada y extraordinaria gastronomía, pero el verdadero arte se observa realmente callejeando y paseando por la ciudad, donde podremos encontrar una increíble variedad.

Aquí expondremos algunos de los sitios más concurridos por los turistas donde la fama de estos lugares ha pasado de nuestras fronteras.

La mano del genio

La Sagrada Familia, esta basílica fue diseñada por el arquitecto Antonio Gaudí e iniciada su construcción en el año 1.882 y aún sin fecha de finalización.  Hay que destacar que esta basílica en todos sus aspectos tanto externos como internos es una maravillosa y completa obra de arte.

En sus fachadas podremos contemplar exquisitas representaciones bíblicas hechas con una exquisitez sublime como los pórticos donde podremos encontrar “El Pórtico de la Caridad”, “Árbol de la Vida” o “La Adoración de los Reyes”.

En el interior la luz del día al traspasar los vitrales da una sensación de paz y de confort mientras observamos la magnificencia de la obra en sí, encima del altar podemos encontrar un crucifijo con su cristo con la extraña sensación de estar suspendido en el aire y sus enormes bóvedas con las fascinantes columnas que las sostienen y que parecen infinitos árboles, están hechas con una exquisita decoración que nos traslada a un mundo extraordinario que solo una mente tan prodigiosa pudo soñar.

Joyas del arte

Otra de las opciones que sugerimos es visitar “Las Ramblas” y “El Barrio Gótico”, al empezar a pasear por “Las Ramblas” podemos encontrar un sinfín de quioscos con ventas de flores, pájaros, libros, revistas y periódicos tanto nacionales como internacionales, cafeterías, restaurantes, artistas, estatuas vivas, etc.,  y siempre acompañados de hermosos y grandes árboles que dan un toque y un ambiente irrepetible.

El Barrio Gótico” es un sinfín de callejuelas y laberintos con calles empedradas al estilo medieval donde podrá encontrar comerciantes con una mercadería bastante inusual y fantástica.

Hay un sinfín de sitios que recorrer en Barcelona y ninguna defraudara al visitante, será una experiencia inolvidable que llevaremos dentro de nosotros por mucho tiempo. ¡Visítala!

Vigo, Historia oculta

Uno de mis motivos favoritos para viajar son los conciertos. Es más: si mi economía me lo permitiera, acabaría por disfrutar de una docena de ellos al  año. Pero como no es así, los grandes conciertos de mi vida se reducen a media docenita, en lo que he vivido hasta hoy.

Uno de esos directos lo protagonizaban la banda de rock alemana Scorpions, en Vigo. Da la casualidad de que por entonces, a pesar de que mi hermana vivía allí y mis padres tenían una vivienda cerca, yo no conocía la ciudad, de modo que me escapé para unos días, como cinco o seis.

Con la casa de mi (santa y paciente) hermana como base, el primer día, nos fuimos de paseo por la llamada Ciudad Olívica (el olivo es el árbol que se asocia con Vigo desde que en el S XIV los templarios plantaran uno en el atrio del templo de Santa María, que sobrevivió a la presencia de los caballeros en la ciudad).

Del Medievo al siglo XXI

Aunque se trata de una ciudad netamente industrial, portuaria, más bien, Vigo posee rincones encantadores. Tal es el caso del Casco Vello, con su plaza de A Pedra o la Concatedral de Santa María. Este centro histórico está declarado Bien de interés cultural como conjunto histórico por la Xunta de Galicia.

Es también delicioso el paseo por la Alameda, cerca del puerto deportivo y justo al lado del mencionado Casco Vello. Un lugar de caminata tranquila entre magnolios y camelios o de bullicio nocturno, entre sus numerosos bares.

Contrastes deliciosos

Otros puntos de interés turístico son la Porta de sol con su –para mí horrible- “Sireno”; el Monte do Castro, segunda mayor zona verde de Vigo donde quedan restos de edificaciones castrenses de la Edad de Hierro; así como las calles Príncipe, Urzáiz y Gran Vía, epicentro comercial y de ocio de la ciudad.

Me dejo en el tintero muchos lugares de interés, pues en aquella visita así lo hice. El viaje siguió por la noche, con el concierto, espectacular, de Scorpions en el Pabellón de “As Travesas”. Volví a casa con una ronquera como no había sufrido nunca ni he vuelto a padecer.

Dedicamos los siguientes días a visitar los alrededores de la ciudad, curioseando aquí y allí: Baiona, Cangas, Porriño… de modo que esa primera toma de contacto me supo a muy poco. Lo que no podía saber es que, años después, me sacaría el carnet de conducir en Vigo. Y, mira: es otra forma de conocer la ciudad, a sus ciudadanos y, llegado el caso, acordarse de sus antepasados. Pero esa es otra historia.

Diez destinos turísticos que nos empeñamos en perdernos (I)

Existen lugares, ciudades, regiones de belleza y riqueza cultural incalculable que, sin embargo, por el motivo que sea, no reciben la atención y, con ella, las visitas que se merecen. Comenzamos aquí un miniserie de tres artículos en los que vamos a hablar de diez de estos destinos que no van a hacer ricas a las agencias de viajes, aunque deberían.

El primero de los lugares de los que vamos a hablar es Trieste, en Italia. Es tanto lo que el país transalpino ofrece que muchos se olvidan de mirar hacia esta deliciosa ciudad marítima. Fronteriza con Eslovenia, se ha convertido en una maravillosa amalgama cultural.

Diez destinos turísticos que nos empeñamos en perdernos (I)

En sus tiempos de esplendor, Trieste fue el puerto más importante del Imperio Austrohúngaro y vivieron en la ciudad personajes de la talla de James Joyce –que empezó aquí su Ulises-. Si nos decidimos a ir, no nos perdamos su paseo marítimo, sus cafés de ambientación vienesa y el maravilloso ambiente de bullicio que caracteriza a las ciudades italianas.

De Europa a Asia

Continuamos viaje y arribamos a Arras, ciudad francesa, a la que quienes saben de esto de viajar recomiendan reservar como poco un día para disfrutar de sus maravillosos edificios de los siglos XVII y XVIII. Tampoco debemos perdernos las vistas desde su famoso campanario ni las dos plazas de estilo flamenco-español. Además si tenemos ocasión, deberíamos visitar parte de los 22 kilómetros de túneles que se utilizaron durante la Segunda Guerra Mundial.

Dispongámonos para unas cuantas horas de avión si queremos llegar a otro destino maravilloso e infravalorado: nos vamos a Gujarat, en la India. Está al noroeste y es uno de los lugares más tranquilos y hospitalarios de su entorno. De todo cuanto podemos disfruta, destaca la Isla de Diu, una antigua colonia  portuguesa que es un verdadero paraíso en la tierra.

Naturaleza, gastronomía y tradición

Además, desde Gujarat podemos viajar a Bhuj o a las salinas de Kutch, donde podemos observar la mayor cantidad de flamencos salvajes que hayamos visto jamás y una curiosa raza de asno salvaje, propio de la región.

Para terminar esta primera entrega, nos quedamos en Asia, más concretamente en la ciudad china de Chongquig. Allí nos vamos a encontrar con los extraordinarios paisajes del río Yangzi, que nos dejarán embobados ante lo bella que puede llagar a ser la Naturaleza. También es célebre la comida de la región, no apta para estómagos delicados o paladares que teman al picante. Es uno de los lugares donde la China del siglo XXI no consigue conquistar a la de milenios atrás.