Cantabria siempre me ha parecido una tierra atractiva, entre la montaña y el mar, con las mejores características de la franja cantábrica, tierra siempre acogedora y sobrecogedora. Esta semana vamos a irnos a la costa occidental de Cantabria, a pasearnos por las playas, contemplar los acantilados, conocer algunos pueblos de la zona e hincharnos a cocido montañés. Estableceremos en Comillas nuestra base de operaciones, por encontrarse aproximadamente en el medio de la región a visitar.
Esta villa comenzó a recibir el primer turismo de alta alcurnia que también visitaba Santander, San Sebastián, Biarritz o Niza, todavía en el siglo XIX. Eso confirió a Comillas un aire vagamente aristocrático y vacacional que contrasta con la gravedad tradicional propia de un puerto marinero. No por casualidad fue la primera población española con alumbrado público. Hoy alberga todos los servicios deseables; el bar Filipinas es un recomendable lugar para comer de forma sencilla.