Asturias ¿La quieres visitar?

Hoy hablaremos de Asturias, donde sus espacios naturales son su mayor orgullo por la extraordinaria combinación entre montaña y mar, dándole a esta región la mayor oportunidad al turista de escoger lo que más le guste.

Este antiguo reino le ha permitido mantener inalterablemente su espectacular belleza, no solo en el paisaje que es su mayor impulso, sino en sus costumbres, sus culturas y sus leyendas.

1868-Ponte romana de Cangas de Onis (Asturias)

Asturias recibe personas de todas partes del mundo ya que las combinaciones que ofrece para el disfrute son tan innumerables que nadie puede terminar aburriéndose, obsequia diversas actividades para el disfrute de toda la familia, si vas en pareja o si vas solo.

Actividad y belleza

Se podría escoger rutas a caballo o en bicicleta, escalada alpina o deportiva, rutas por sus hermosas montañas disfrutando de sus más espectaculares entornos, contando con su fauna y flora, visitar los Picos de Europa o los lagos de Covadonga (tan nombrados por su gran belleza) o hacer una parada por sus costas, acantilados, rías, lagos, embalses y por su puesto sin olvidarnos de sus hermosas playas.

Asturias tiene una gran variedad de pueblos, apostando por su gran belleza como si compitieran para ver cual es más hermoso, pareciendo una postal, no nombraremos ninguno por si hay alguno que se ofenda e informamos que es preferible que vayan y los visiten, así podrán quedar sorprendidos.

1045-Covadonga (Asturias)

Arte e Historia

Su capital, Oviedo tiene un gran patrimonio histórico-artístico y a la vez es una gran ciudad moderna y abierta de gran proyección internacional gracias a los Premios Príncipe de Asturias.  En Oviedo puedes encontrar y visitar el Museo de Bellas Artes, El Museo Arqueológico, el Parque de San Francisco y más museos, monumentos, parques y jardines que te impresionaran.

Su segunda capital es Gijón, es una ciudad hospitalaria, moderna y abierta donde hay una gran cantidad de sedes para congresos, acontecimientos culturales, deportivos y de conciertos con excelentes infraestructuras ofreciendo al visitante la mayor comodidad posible en su estancia.

Visitar Asturias es viajar a cualquier época, la cultura que se encuentra en esta región es impresionante ya que tiene muchísimos espacios arqueológicos, conjuntos etnográficos, cuevas prehistóricas, sitios prerrománicos para todos los que son aficionados a tener actividades al aire libre.

¿Quieres comer?

No nos podemos olvidar de su hostelería podemos encontrar lo que nos convenga más o según la opinión de cada bolsillo como casas, rurales, hostales, pensiones, apartamentos, campings, albergues para descansar de un día de visitas emocionantes.

Podemos decir que su gastronomía es infinita, es una autentica despensa natural ya que es una magistral combinación entre los frutos del mar con los frutos de la tierra aportando al paladar un sinfín de sensaciones. ¡Aprovecha Asturias!

Viajando contigo

Aunque no creo que nadie se conozca por completo a sí mismo y yo no soy ninguna excepción que confirme regla alguna, sé algunas cosas de mi forma de ser. Como el hecho de que, después de mis cumpleaños, durante dos o tres semanas, estoy más reflexivo. Un poco nostálgico, tal vez, aunque no triste.

Cambio de momento de tema: estamos en Navidades, tiempo, además de para la nostalgia de quienes no están y la felicidad de quienes sí, para que nos digamos “te quiero” más a menudo y pretendamos probarlo con regalos.

Aúno los dos párrafos anteriores: cada vez estoy más convencido de que los regalos de verdad, los que llegan al alma, no requieren que nos gastemos un sólo céntimo. Ese convencimiento brota de cómo me siento cada vez que te hablo sobre los lugares que conozco o sobre los que voy descubriendo.

Muchas gracias

No es que yo esté regalándote nada, sino que eres tú quien me hace el regalo más importante que alguien que vive de desgastarse las huellas dactilares con las teclas puede recibir. Eres tú quien completa lo que yo hago, leyéndolo y, por momentos, aunque imagino que fugaces, imaginándolo y sintiéndolo.

Todas estas horas, las de lectura de guías de viajes para saber por dónde empezar a contarte algo, las de avión –reconozco que no necesariamente pensando en escribir-, de coche, barco… Todas las horas en un atasco o de espera en un aeropuerto –reconozco que, desde que no se puede fumar, se me hacen eternas.

Por un 2013 lleno de kilómetros

Todas las veces que me he acordado, cuando ya había facturado el equipaje, de que me he dejado el libro que tengo a medias en la maleta o de que me iba a un lugar gélido y no llevaba una simple cazadora. Todas esas horas, todo, habrá valido la pena.

Si por un instante te has sorprendido tarareando un tango, te has imaginado el atardecer de Bali, has deseado sentir como el aire prístino de la montaña asturiana te llenaba los pulmones, deseado vivir los síntomas el síndrome de Stendhal, tocar las piedras Salamanca…, habrá valido la pena.

Por segunda ocasión consecutiva no te ofrezco un destino para tu viaje. Tiempo tendremos en 2013. Hoy, sólo quiero regalarte un texto en el que, más que en ningún otro, he puesto un trocito de mí mismo. Hoy, con la mochila llena y lista para el viaje y el corazón más lleno aun de agradecimiento, quiero desearte feliz año nuevo.

Dejarse atrapar por Redes

Parque de Redes
Parque de Redes

La Reserva de la Biosfera de Redes, que comprende los concejos de Caso y Sobrescobio, se sitúa en el sector centro-oriental de la Cordillera Cantábrica, al sur de Asturias.

Ocupa una superficie de 37.803 hectáreas  cubiertas en su gran mayoría por masas boscosas, fundamentalmente de haya, la especie vegetal más característica del Parque.

En total, los hayedos ocupan las tres cuartas partes de la superficie de este espacio que es Parque Natural desde 1996 y Reserva de la Biosfera desde 2001.

El Nalón, el principal río de la cuenca fluvial asturiana, es la arteria que riega uno de los espacios boscosos más densos del Principado y con una riqueza de flora y fauna que le permite ostentar los títulos de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), primer paso para ser incluido en la Red Natura 2000, y Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA) desde el año 2003.

La Ruta del Alba, la cueva Deboyu o la visita al Tabayón de Mongayu, un salto de agua de unos 60 metros de altura que permite realizar un hermoso paseo entre bosques de hayas.

El Parque de Redes es uno de los seis espacios asturianos declarados por la UNESCO Reservas de la Biosfera. Esta es la razón por la que Redes forma parte del Club de Producto Reservas de la Biosfera de Asturias, una organización que gestiona, promociona y da forma comercial a las muchas posibilidades de ocio, descanso, cultura y disfrute de la naturaleza que ofrece este gran espacio.

Por medio del Club, Redes ofrece propuestas hoteleras, hosteleras y de turismo activo y cultural que aparecen recogidas en un sitio web de diseño claro y buen manejo para los usuarios que quieren planificar un recorrido por esta u otras Reservas asturianas.

En este espacio en el que aún perviven los usos agrícolas y ganaderos además de al artesanía, el viajero puede conocer al detalle las peculiaridades de Redes en su centro de interpretación, o el trabajo de los madreñeros y los apicultores a través de las diversas opciones de turismo activo que se nos ofrecen.

Hoteles, apartamentos, casas de aldea para alquilar completas o por habitaciones, restaurantes y centros de interpretación del entorno, completan las múltiples opciones del Parque de Redes. Como ya sabes, está reservado para ti.

Diez destinos turísticos que nos empeñamos en perdernos (III)

Terminábamos el segundo artículo de esta serie prometiendo rendir visita a tres ciudades injustamente obviadas como destino turístico de primer nivel. También decíamos que una de ellas es española. Pero, si no haces trampas y lees el artículo por el orden en el que está escrito, la mencionamos la última.

Sí: algo de televisivo tiene este escrito, que te anuncia que lo mejor está al final del programa. Para que te lo tragues enterito, vamos. Sólo que, a diferencia de la televisión, este articulo puedes empezar a leerlo por donde más te convenga, de modo que hemos pensado que lo mejor que podemos hacer es convertir cualquiera de sus líneas en interesante. Haz la maleta, que nos vamos de viaje.

 Museum for contemporary Art : Helsinki, Finland
Museo de arte contemporáneo, en Helsinki

Y el primer lugar que mencionamos en este post, de los injustamente dados de lado en las guías turísticas, es la capital de país situada más al Norte de Europa. Como bien sabías, Helsinki, capital –de nuevo, lo sabías- de Finlandia.

 

Del frío, al exotismo asiático

De Helsinki cabe destacar… casi todo, pero nos vamos a quedar con los casi sobrenaturales paisajes bálticos y la célebre fortaleza de Suomenlinna. Como curiosidad diremos que en la cuidad se encuentra el único hotel de una habitación del mundo. Podemos ver también construcciones de art nouveau y restaurantes de los años 30 en unas calles impolutas iluminadas, en verano, por el sol de medianoche.

紅葉 autumn colors
Takayama

Viajamos ahora hasta el exótico Japón, donde se encuentra la población de Takayama. Es el sitio perfecto para, más que observar, sentir la tradición y la cultura niponas. Podemos, por ejemplo, pasear por sus mercadillos o entrar en una destilería de sake. Y, en cuanto contemplemos la campiña de Shirakawa-go, creeremos estar frente a la encarnación del Nihonga -pintura tradicional japonesa-.

Por fin en casa

Ya. De vuelta en España, a ver cuál es esa ciudad que los turoperadores se empeñan en olvidar. Se trata de Jerez de la Frontera. Es conocida en el mundo entero por el licor que lleva su nombre, sus sobrecogedoras iglesias y, cómo no: como ciudad gaditana que es, por su escena flamenca.

Jerez de la Frontera - Arquitectura
Jerez de la Frontera

 

Pero la mayoría de los turistas optan por Sevilla para disfrutar de entretenimientos parecidos, olvidando que una tarde en las bodegas jerezanas es un recuerdo imborrable; que el cante es una actividad cotidiana, aún a día de hoy en sus calles; que la equitación sigue siendo un arte. Y que, el mundo es mucho más grande e interesante de lo que muestran las guías turísticas.

 

Diez destinos turísticos que nos empeñamos en perdernos (II)

Hace unos días te hablaba de que comenzaba una serie sobre diez destinos que los turoperadores y los turistas que se guían exclusivamente por ellos parecen no tener demasiado en cuenta. Entonces te hablaba de Trieste, Arras, Gujarat y Chongquing y de lo que nos estamos perdiendo por seguir siempre a los guías de los viajes organizados.

Vamos a por el segundo de estos tres artículos: en esta ocasión comenzaremos en Escocia. Más concretamente en la deliciosa ciudad de Aberdeen. En otra ocasión visitaremos este país, que es infinitamente más que kilts, gaitas y Nessie. Pero hoy nos detenemos sólo en la bellísima Aberdeen.

Utrecht, Oudegracht

La joya indiscutible de esta ciudad que parece construida sólo de granito es su universidad, dentro de cuyas instalaciones destaca el King’s College, datado en el siglo XV. Tampoco podemos perdernos una playa digna del objetivo del fotógrafo más exigente o un pueblecito cercano, Footdee, que parece el escenario en el que Tolkien imaginaría El Señor de los Anillos. Por cierto, como anécdota: el castillo de Dunottar, con su sobrecogedor acantilado, fue el escenario del “Hamlet” de Franco Zeffirelli.

Un viaje al país de los tulipanes

Cambiamos de ciudad y de país: nos vamos a Holanda, más concretamente a Utrecht, eclipsada como destino turístico por la todopoderosa Ámsterdam. Vale la pena dedicarle, más que una horas, unos días a esta ciudad rebosante de arte y de Historia. Si así lo haces, no dejes de disfrutar del canal medieval que circunda al casco urbano; de su zona portuaria que bulle continuamente de actividad; y del delicioso ambiente de sus cafés bohemios.

Ahora, no sólo cambiamos de cuidad y de país, sino que también lo hacemos de continente. Porque, por muy europeizado que esté, Marruecos sigue siendo parte de África. Y allí, entre las joyas del reino alauita, una que no acabo de entender por qué no se tiene más en cuenta.

La paz y la belleza de Meknés

La ciudad imperial de Meknés puede competir en atractivo y, en muchos aspectos, superar al de otras tan renombradas como Fez y Marrakech. Es más, según lo que busquemos en nuestros días o semanas de asueto, esta población puede ganarle por mucho a las otras, gracias a la sensación de tranquilidad de que ofrecen la mayor parte de sus calles.

Y no sólo por la calma y el relax que en ella se respira es atractiva Meknés: podemos visitar cincuenta palacios, recorrer más de cuarenta y cinco kilómetros de muralla y contemplar las ruinas romanas de Volubilis.

En el capítulo que cierra esta serie, visitaremos otras tres ciudades injustamente condenadas al ostracismo turístico. Una de ellas, española… ¿Cuál será?…

Diez destinos turísticos que nos empeñamos en perdernos (I)

Existen lugares, ciudades, regiones de belleza y riqueza cultural incalculable que, sin embargo, por el motivo que sea, no reciben la atención y, con ella, las visitas que se merecen. Comenzamos aquí un miniserie de tres artículos en los que vamos a hablar de diez de estos destinos que no van a hacer ricas a las agencias de viajes, aunque deberían.

El primero de los lugares de los que vamos a hablar es Trieste, en Italia. Es tanto lo que el país transalpino ofrece que muchos se olvidan de mirar hacia esta deliciosa ciudad marítima. Fronteriza con Eslovenia, se ha convertido en una maravillosa amalgama cultural.

Diez destinos turísticos que nos empeñamos en perdernos (I)

En sus tiempos de esplendor, Trieste fue el puerto más importante del Imperio Austrohúngaro y vivieron en la ciudad personajes de la talla de James Joyce –que empezó aquí su Ulises-. Si nos decidimos a ir, no nos perdamos su paseo marítimo, sus cafés de ambientación vienesa y el maravilloso ambiente de bullicio que caracteriza a las ciudades italianas.

De Europa a Asia

Continuamos viaje y arribamos a Arras, ciudad francesa, a la que quienes saben de esto de viajar recomiendan reservar como poco un día para disfrutar de sus maravillosos edificios de los siglos XVII y XVIII. Tampoco debemos perdernos las vistas desde su famoso campanario ni las dos plazas de estilo flamenco-español. Además si tenemos ocasión, deberíamos visitar parte de los 22 kilómetros de túneles que se utilizaron durante la Segunda Guerra Mundial.

Dispongámonos para unas cuantas horas de avión si queremos llegar a otro destino maravilloso e infravalorado: nos vamos a Gujarat, en la India. Está al noroeste y es uno de los lugares más tranquilos y hospitalarios de su entorno. De todo cuanto podemos disfruta, destaca la Isla de Diu, una antigua colonia  portuguesa que es un verdadero paraíso en la tierra.

Naturaleza, gastronomía y tradición

Además, desde Gujarat podemos viajar a Bhuj o a las salinas de Kutch, donde podemos observar la mayor cantidad de flamencos salvajes que hayamos visto jamás y una curiosa raza de asno salvaje, propio de la región.

Para terminar esta primera entrega, nos quedamos en Asia, más concretamente en la ciudad china de Chongquig. Allí nos vamos a encontrar con los extraordinarios paisajes del río Yangzi, que nos dejarán embobados ante lo bella que puede llagar a ser la Naturaleza. También es célebre la comida de la región, no apta para estómagos delicados o paladares que teman al picante. Es uno de los lugares donde la China del siglo XXI no consigue conquistar a la de milenios atrás.

La esquina de los tres coños

En Salamanca, allí donde se cruzan la Calle de la Compañía con la Rúa Mayor, se halla la que el ingenio estudiantil ha llamado la “Esquina de los tres coños”. Nada tiene de machista ni se relaciona el apelativo con el trabajo de meretriz alguna que desarrolle su labor en un cruce, por lo demás, céntrico y muy concurrido.

El motivo de tan curioso sobrenombre lo descubriremos paseando, por la deliciosa Calle de la Compañía (sí: la de Jesús), en dirección a la susodicha Rúa Mayor (hasta donde yo sé, no existe una Rúa Menor). Ya cerca de la intersección, si uno gira la mirada hacia la derecha, se topa con la majestuosa Clerecía.

La esquina de los tres coños

Se  trata del antiguo Real Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesús, construido a lo largo de los siglos XVII y XVIII, de estilo barroco. El nombre de Clerecía se debe a una denominación abreviada de su pertenencia a la Real Clerecía de San Marcos tras la expulsión de los jesuitas de España. En todo caso, es una construcción descomunal que pretendía dejar constancia de el poder de los jesuitas en España, ante la cual el sorprendido turista exclama: “¡Coño, qué alto!”

La bella y la mole

Entonces, abrumados, pretendemos dar unos pasos atrás, para apreciar esa maravilla, y nos giramos con que nos tapa el camino un edificio precioso, construido precisamente (o al menos como objetivo secundario) para que no podamos extasiarnos ante la mole.

Nos detiene la Casa de las Conchas levantada por un rival de los jesuitas: Rodrigo Maldonado, caballero de la Orden de Santiago. No podemos ver la gran obra jesuita, pero, ante la belleza del muro, no nos queda más remedio que exclamar: “¡Coño, qué bonito!”

Pero… ¿No eran tres?

En todo caso, uno y otro edificio están plagados de leyendas, Historia e Historias de la historia. Como la que cuenta que, debajo de una de las conchas de la fachada del palacio que lleva tal nombre se halla una moneda de oro.

Es probable que fueran los propios jesuitas quienes expandieran el rumor, con el fin de que el pueblo llano intentara encontrarla y destrozase el muro, dejando así el edificio rival sin interés y facilitando su destrucción. A la vista está que no fue así.

Pero hemos hablado de dos de los tres coños por los que el chascarrillo popular nombra la esquina ¿dónde está el tercero? La calle se acaba con ambos edificios… Sigamos caminando en el gélido invierno charro, pesando en pedir la hoja de reclamaciones por tan descarada estafa. Llegamos al final de la calle, nos asomamos a la Rúa y… “¡¡Coño, qué frío!!”

El Vaticano. Es curioso

Es curioso lo de este país. Se trata del más pequeño del mundo, con 0,493 kilómetros cuadrados (una 44 hectáreas). Es tan pequeño que una sola basílica, la de San Pedro, ocupa el 7% de su superficie, un 20%, si sumamos el área de la plaza del mismo nombre.

Viven en él, oficialmente, 900 personas y, también de manera oficial su tasa de natalidad es cero. Sus decisiones de estado las toma un monarca absoluto elegido por una élite de la que parte no posee la nacionalidad… Y sin embargo es uno de los países más influyentes del planeta.

El Vaticano

La Ciudad del Vaticano está reconocida como estado desde 1929, merced a los Pactos de Letrán y es, como todo el mundo sabe, el centro del catolicismo en todo el Planeta. La Santa Sede.

Explorando algunos “secretos”

Como hoy tenemos el día curioso, vamos a ver algunos detalles que  hacen del Vaticano un estado especial. A pesar de ser el país más pequeño de la Tierra, sus pocos habitantes sólo le confieren el séptimo lugar en cuanto a densidad de población, con 2.118 habitantes por kilómetro cuadrado. Lo superan otras seis ciudades estado –la primera es Macao, con 19.610-.

El nombre de la ciudad proviene de latín: se halla en el Monte Vaticano, cuyo nombre nace a la vez de vaticinium, ya que la colina era la sede de un oráculo etrusco. Por cierto: aunque se hablan varios idiomas, el oficial de este país es el latín.

Sólo siete gobernantes supremos

Más curiosidades –me lo estoy pasando en grande- A pesar de que la Historia nos ha dejado 265 papas hasta ahora (dato discutible, de acuerdo), el país sólo ha tenido, debido a su reciente fundación, siete soberanos.

El ejército del Vaticano es la Guardia Suiza: 100 soldados, 4 oficiales, 23 mandos intermedios, 70 alabarderos, 2 tamborileros y un capellán. Visten un uniforme diseñado en el Renacimiento por Miguel Ángel Buonarrotti  y, además del entrenamiento con armas modernas, están adiestrados en el uso de la espada y la alabarda. Por cierto: son todos varones.

¡Cómo comen en el Vaticano!

En cuanto a su gastronomía, en 2006 se publicó un  libro que recoge recetas como “la Última Cena” o los platos favoritos de algunos papas. Por cierto: ¿sabías que la salsa verde o el baño maría nacieron en las cocinas vaticanas?

Podríamos seguir con –muchos- otros detalles, más curiosidades sobre este microestado que es, al mismo tiempo uno de los más visitados, sea por ocio, sea por devoción. Pero lo que haremos será invitarte a descubrirlo, aunque eso será en otra ocasión. Ya sabes: la paciencia es una virtud.

Viajar es ensanchar el alma

Querido amigo:

Lo tuyo tiene cura. Dices que estás triste porque nada te satisface. Dices que estás frustrado porque el dinero te agobia, porque a los cuarenta aún vives en casa de tus padres y la perspectiva es quedarte en ella hasta que (esperemos que dentro de muchos años) la heredes o, menos probable, encuentres un trabajo que te permita comer algo más que patatas –con pan los domingos-.

Estás harto, y puedo llegar a comprenderlo, del ambiente que te rodea, de que en la tele unos políticos cínicos y falsos como un billete de siete euros digan que todo va a ir muy bien y que dentro de unas semanas a todos nos va a tocar la lotería, nos vamos a querer muchísimo y a darnos besitos. En la boca, claro.

Sin trabajo, sin dinero, sin vida…

Una historia real (desgraciadamente)

¡Basta ya! Te he dicho que lo tuyo tiene cura y te lo voy a demostrar con un ejemplo tan real que lo he vivido en segunda persona (a la primera vamos a cambiarle el nombre y lo llamaremos Antonio, ya que no creo que este compañero mío quiera que revele su nombre real).

Antonio es, como yo, un contador de historias, viajes y vidas, un peón de la segunda profesión más antigua del mundo y la más bonita con diferencia. Que es periodista, quiero decir. Y como periodista que es, tiene un trabajo mal pagado y peor reconocido.

Vivir para ver. Y, para ver, viajar

El caso es que él estaba más o menos en tu situación: sin trabajo, sin dinero y casi sin amor. Al borde de una depresión, vamos. Cuando, en estas, estalló la guerra de Kosovo. Decidió que algo tenía que hacer con su vida, de modo que se subió al avión que más cerca pudiera dejarlo del conflicto y luego se buscó la vida para adentrarse en los puntos más peligrosos, donde poder sacar las mejores fotos y enviar las más crudas crónicas.

Allí descubrió lo poco que vale una vida humana, lo peor del hombre. Y lo mejor de este primate a veces de puro bueno es tan tonto que aparca su instinto de supervivencia para echarle una mano a un niño o a un anciano.

Volver a un mundo que se ve con un prisma diferente

Antonio volvió. De milagro. Pero volvió. Y lo hizo transformado, optimista como pocos al darse cuenta de que lo que aquí damos por supuesto, es una quimera en muchos otros lugares. Por ejemplo, damos por supuesto que nadie nos apunta a través de una mira telescópica por el mero hecho de haber nacido en uno u otro sitio.

Entiéndeme: no te digo que viajes a un país en guerra y te pongas en peligro. Eres mi amigo. Sólo que viajes, que conozcas otros lugares, países en los que muchos venderían su riñón izquierdo por tener la mitad de lo que tú tiras.

Viaja. Conoce. Y ensancha el alma.

Las desventuras de un dominguero (II)

Si es que no aprendo: ¿Cuándo me daré cuenta de que el fin de semana no se hizo para mí? Esta vez he decidido que me apetecía  un poco de aventura, de modo que he ido de geocaching. Pudiendo echar un partido con los amigos o dedicarme intensamente al sillón-ball, voy y me dedico a ponerme perdido en busca de un tesoro que “no es tesoro ni es na’”.

El geocachin, para quien no lo sepa, consiste en mirar en Internet en qué coordenadas ha dejado alguien una caja con algo dentro. Se supone quede cierto valor. Luego, tirando de GPS, te dedicas a patear bosque, montaña o el desierto del Gobi hasta que das con el “cache” o cofre del tesoro; cambias lo que haya dentro por otro objeto de más valor y el lunes cuelgas en Internet tu maravilloso logro, diciendo lo bonito que es todo, lo majo del que dejó lo que dejara en la caja lo que tú has encontrado y lo rosado de los tonos del mundo que te rodea.

Dominguero

Pues mira: aquí está mi experiencia con este maravilloso deporte de aventura: resulta que el sábado me levanté a las cinco de la mañana –la hora de acostarme hasta no hace mucho- y me reuní con los dos buscasetas que tengo por amigos para salir en coche hacia el sitio donde se supone que estaba el cache.

¿¡A qué distancia dices que está!?

Algo iba mal: dejamos el coche aparcado a diez kilómetro de donde se suponía que estaba la caja. Cuando se lo hice notar, los tíos van y se ríen de mí: que si esto es un deporte, que si espabílate que estás oxidado, que si no estuviera jarreando y apenas hubiera amanecido ibas a ver tú.

Total, que me cargo la mochila con sus quince kilo de peso (exagero, pero no demasiado) y, bajo una lluvia que dejaría el Diluvio Universal por un chiri miri, me pongo a seguir a esas dos cabras montesas que sospecho que me invitaron a la jornada deportiva para tener a alguien de quien reírse.

Un alto en el camino, para ¿disfrutar del paisaje?

A media mañana y, según el GPS a cinco kilómetros del objetivo, nos paramos en un claro del bosque, a comer  un bocadillo. Un servidor boqueando, empapado y con barro en los rincones más insospechados de mi anatomía, creía que los kilómetros que faltaban eran los que nos habíamos pasado del escondite.

Afortunadamente, cuando ya estábamos llegando, dejó de llover. Lástima que la hierba no lo supiera y se empeñara en resbalar como si fuera hielo. Pueden dar buena cuenta de ello partes de nombre poco noble entre mi espalada y mis piernas.

¡¡Meta!! ¿Volver? ¿¡Cómo que volver!?

Llegamos. Localizamos la cajita y entonces me negué rotundamente, cuando hubimos comido, a remprender el camino de vuelta si no era en unas angarillas. Que me dejaran allí y fuera presa para los lobos. Decidle a mi mujer que muero pensando en ella y a mi banquero que la hipoteca la va a pagar su señor padre.

Mis amigos (con qué alegría uso esa palabra) se apiadaron de mí y, mientras uno se quedaba con lo que quedaba mí, el otro se acercó al coche y lo trajo a cien metros de donde yacía, exhausto y a punto de pedir que me cubrieran los párpados con los óbolos para Caronte.

Con el mismo cuidado con el que se trataría a un saco de patatas –delicadas, vale, pero patatas- me sacaron la mochila de encima, ya que yo no había sido capaz de incorporarme para hacerlo y me metieron en el asiento trasero.

Lo mío no es normal

Lo siguiente que recuerdo es haberme despertado en mi cama, con dolores atroces. Era hoy, lunes, 40 horas más tarde.  He ido a trabajar con dolores en músculos de cuya existencia no tenía conocimiento y, cada vez que tenía que dar un paso estaba a punto de pedir una ambulancia.

Pero lo peor de todo, lo más grave es que, mientras escribo esto, con rasguños y cortes que parecen fruto de una pelea con un tigre cabreado, estoy planteándome repetir el paseo el próximo fin de semana… ¿Será normal, lo mío?

¿Que qué había en la caja? Para mirarla estaba yo…